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Talento latino arrasa en la Berlinale

De derecha a izquierda, el director estadounidense Errol Morris (Gran Premio del Jurado), La británica Sally Hawkins (Mejor Actriz), los directores brasileños Jose Padilha y Marcos Prado (Oso de Oro a la Mejor Película), el director chino Wang Xiaoshuai (Mejor Guión), el iraní Reza Najie (Oso de Plata al Mejor Actor) y el estadounidense Paul Thomas Anderson (Oso de Plata al Mejor Director) quienes posan con sus premios en la ceremonia de entrega de los premios de la 58 edición del Festival de Cine de Berlín. (EFE)

De derecha a izquierda, el director estadounidense Errol Morris (Gran Premio del Jurado), La británica Sally Hawkins (Mejor Actriz), los directores brasileños Jose Padilha y Marcos Prado (Oso de Oro a la Mejor Película), el director chino Wang Xiaoshuai (Mejor Guión), el iraní Reza Najie (Oso de Plata al Mejor Actor) y el estadounidense Paul Thomas Anderson (Oso de Plata al Mejor Director) quienes posan con sus premios en la ceremonia de entrega de los premios de la 58 edición del Festival de Cine de Berlín. (EFE)

EFE

La coproducción brasileño-argentina Tropa de Elite consiguió el Oso de Oro; México se lleva dos.

La película brasileño-argentina Tropa de Elite, de Jose Padilha, ganó el Oso de Oro de la Berlinale, un festival donde el cine latinoamericano brilló y en cuyo palmarés se advierte también el sello político del presidente del jurado, el griego Constantin Costa Gavras.

Padilha, con su film sobre la violencia y la corrupción policial en las favelas, se llevó lo máximo de Berlín, mientras que el mexicano Fernando Eimbcke, exponente de un cine más intimista, ganó el Premio Alfred Bauer y el de la crítica internacional FIPRESCI.

Tropa de Elite se adentra, cámara a cuestas, en la estrategia a lo Rambo de un cuerpo especial de la policía de Río. Lo cuenta desde la perspectiva policial, a partir de unos pocos miembros de esa tropa y con ocasión de los preparativos para la visita del Papa Juan Pablo II a unas favelas controladas por bandas de traficantes más armadas que esos “rambos” policiales.

La película de Eimbcke se sitúa en el polo opuesto: ritmo lento, hasta lentísimo, para seguir con pulso magistral a un muchacho de 16 años que recorre la ciudad en busca de un recambio de automóvil y mientras trata de superar el desgarro interior por la muerte de su padre.

El galardón que ha recibido fue creado en memoria del fundador de la Berlinale, Alfred Bauer, y es un reconocimiento a las nuevas perspectivas y maneras de ver el cine.

Otra producción mexicana, la película Sleep Dealer, de Álex Rivera, ganó el Premio Amnistía Internacional de la Berlinale, mientras que el corto brasileño Café com Leite, de Daniel Ribeiro, se llevó el Generación 14plus.

Al margen del caso de Eimbcke, el “sello de identidad” del director griego se hizo notar en el Oro para Padilha, un film de impacto que en Brasil vieron ya 15 millones de espectadores -11,5 millones en copias pirata-, y se extendió a los restantes grandes premios.

El documental Standart Operating Procedure, de Errol Morris, ganó el Oso de Plata o Gran Premio del Jurado, en lo que se considera la decisión más coherente del jurado de Costa Gavras.

El filme, primer documental a competición en la historia de la Berlinale, reconstruye a través de las fotografías de torturas a presos iraquíes en Abu Ghraib y también de testimonios de quienes las infligieron, el caso que escandalizó al mundo.

Al margen de la legítima intencionalidad de denuncia, la película fue recibida por la crítica como un producto fallido, más volcado en las declaraciones, y hasta justificaciones de los soldados torturadores que en las víctimas.

El Oso de Plata fue para Paul Thomas Anderson -que ganó el Oro en el 2000 por Magnolia- ahora con otra película de claro contenido político, There Will Be Blood, sobre el nacimiento del capitalismo petrolero descarnado, corrupto y corruptor.

Se trata de un filme épico apuntalado en la soberbia interpretación del actor Daniel Day-Lewis, quien encarna la maldad y la falta absoluta de escrúpulos.

El Oso de Plata para la mejor actriz fue para Sally Hawkins, por “Happy-Go-Lucky”, de Mike Leigh, una refrescante comedia que aligeró la Berlinale con su retrato de una alocada y algo enervante muchacha empeñada en irradiar felicidad como antídoto a la amargura.

El correspondiente al mejor actor fue para el iraní Reza Najie, el atribulado padre de familia y perseguidor de avestruces del film “Avaze Gonjeshk-ha” (Song Of Sparrows), de Majid Majidi.

El festival se despidió así con un palmarés destinado a no gustar a todos, como suele ocurrir, y también como la Berlinale más popular y apretada de la historia.

Se vendieron 230.000 entradas al público corriente, unas 10.000 más que el año anterior, y hubo unos 20.000 acreditados, entre ellos 4.200 periodistas, asimismo un incremento del diez por ciento.

Las citas más mediáticas se resolvieron a codazos y empujones, como las conferencias de prensa de Rolling Stones y Madonna, ya que si bien la Berlinale crece y crece, parece que a nadie se le ha ocurrido que también deberían hacerlo los espacios en que discurre.

Éxitos latinos

Los éxitos obtenidos por el cine latinoamericano en la Berlinale han confirmado una ley no escrita de la última década, según la cual los jóvenes realizadores iberoamericanos triunfan en Berlín.

Este año, este cine brilló más que nunca, ya que se llevó el Oso de Oro para la película de Padilha, y los Premios Alfred Bauer y de la crítica para Lake Tahoe, del mexicano Fernando Eimbcke.

El precedente inmediato del éxito de Padilha fue Central do Brasil, de Walter Salles, Oso de Oro en 1998. Entre el máximo premio de hace diez años al que en esta ocasión recibió el equipo de Padihla hay una larga nómina de distinciones para el cine argentino.

Marcó la pauta Lucrecia Martel, en 2001, con La Ciénaga, premio a la mejor ópera prima con su inquietante y personal forma de entender el cine.

Le siguió, en 2004, El Abrazo Partido, de Daniel Burman, que se llevó el Gran Premio del Jurado y el Oso de Plata al mejor actor, para Daniel Hendler.

Dos años después, El Custodio, de Rodrigo Moreno, se llevó el Alfred Bauer, y al siguiente le tocó el turno a El Otro, de Ariel Rotter, que ganó el Gran Premio del Jurado y el Oso de Plata al Mejor Actor -Julio Chávez-.

Una victoria más para Brasil

El director brasileño José Padilha aseguró hoy que el Oso de Oro de la Berlinale concedido a su película Tropa de Elite, es una “victoria” para todos los directores “comprometidos” de su país y aseguró que “no podría ser más feliz” por el éxito de público y de crítica que ha tenido la cinta.

En la rueda de prensa posterior a la entrega de los Osos, Padilha destacó que filmes como Ciudad de Dios (2002) de Fernando Meirilles crearon “una nueva escuela de cine” en Brasil, pero incidió en que en su país “no sólo se hacen películas sobre favelas o sobre violencia”.

Con su inseparable gorro de lana gris, Padilha afirmó que está “absolutamente encantado” con el premio otorgado a Tropa de Elite, una co-producción argentino-brasileña, que fue vista en Brasil por 11,5 millones de personas antes incluso de que llegara a los cines, por la distribución de copias piratas.

Se definió como “director de documentales” que se ha enfrentado ahora a su primer largometraje de ficción pero añadió que mantiene su “visión de documentalista” por lo que decidió retratar “una triste realidad”, la de la violencia y la corrupción de la policía de Río de Janeiro, que, “por desgracia, continúa”.

El productor argentino de la cinta, Eduardo Constantino Jr, de la compañía Costa Films, aseguró tras la gala que todo el equipo está “muy contento” de haber ganado el máximo galardón de la Berlinale a pesar de contar una “historia tan trágica” como la de Tropa de Elite.

Valoró que la película haya generado “debate y polémica” y aseguró que el film es “lo más fiel posible a la realidad” de las favelas brasileñas.

Al recibir el premio, el productor brasileño del film, Marcos Prado, aseguró que Tropa de Elite es la película “más valiente del planeta” y que, con ella, aspiran a “cambiar” la espiral de violencia y corrupción de la policía de Río de Janeiro.

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