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Pequeñas especies / EL GATO Y LA EDUCACIÓN

M. V. Z. Francisco Núñez González

El gato puede aprender muchas cosas al convivir con el hombre, (aunque en ocasiones el gato es quien enseña a su dueño) es importante llevar una buena relación con el gato, ya que son mascotas muy especiales, completamente diferente al comportamiento de un perro. A continuación encontrará cinco reglas de oro para educar a su gato.

1.- Hable con él tranquilamente. En cuanto confíe en usted, hará todo lo que usted quiera.

2.- Prohíbe siempre lo mismo. Si hoy le prohíbe mendigar comida en la mesa, no se lo permita mañana.

3.- No le riña con brusquedad. Limítese a decir ¡no! Tajantemente cuando vaya hacer algo indebido.

4.- Use siempre las mismas expresiones: ¡No!, ¡abajo!, ¡fuera!

5.- Alábelo y acarícielo cada vez que lo obedezca, pero ríñale cuando sea necesario mediante palabras claras y precisas, incluso dándole un pequeño golpe. Gritarle, pegarle, encerrarlo o dejarlo sin comer no sirve de nada. Sólo conseguirá lo contrario de lo que pretende.

Lo que puede aprender.

-Atender por el nombre: pronúncielo cuando lo acaricie, le dé de comer, o le ofrezca cosas agradables. Pronto acudirá presuroso en cuanto lo llame, sobre todo si es para comer algo bueno.

-Arañar en el sitio previsto: seguro que usted no querrá que el gato ensaye en el papel tapiz, las alfombras o el sofá de la sala. Por eso, es preciso acostumbrarlo a arañar en un sitio determinado. En cuanto empiece a hacerlo donde no debe, dígale un tajante ¡no!, llévelo ante el tablero o poste de arañar y agarrándolo por las patas, moviéndolas de arriba abajo haciéndole arañar al tiempo que lo hace usted con sus uñas, para despertar la curiosidad del animal y que intente imitarle. Al final, el gato se acostumbrará a arañar donde usted quiere. Todo es cuestión de tener constancia.

-No dormir en la cama: si usted, al principio, es contrario a tener animales en la cama, tendrá que mantener cerrada la puerta de su habitación. No hay otra forma de evitar que el gato utilice un sitio tan cómodo.

-No mendigar: cuando un gato tiene esa mala costumbre, resulta muy difícil impedir que pida comida en la mesa. Lo mejor es echarle de comer al mismo tiempo y, desde luego, no darle por debajo de la mesa.

-No robar: no resulta nada fácil quitar esa costumbre. No hay más remedio que procurar no dejar comida en cualquier sitio, o en cazuelas abiertas.

-Llevarlo de la correa: a partir de los tres meses se debe acostumbrar al gato a llevar puesto un arnés. Déjese conducir por él la primera vez, hasta conseguir que vaya a donde usted quiera.

“No existen malos gatos, sino malos amos”.

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