A dos semanas de que la ciudad cumpla cien años, los encargados de los festejos, del alcalde José Ángel Pérez para abajo, han enfocado sus baterías a los eventos de celebración que probablemente
van a poner a todo mundo de buen humor y hacer que se nos olvide todas las broncas. Pero en el fondo, pronto comenzará el balance de las oportunidades perdidas para el festejo, en especial las obras que no se han podido hacer para que la sufrida ciudad hubiera tenido una buena hojalateada y estar más presentable para su cumpleaños y no con situaciones como el Centro hecho un desastre o las entradas a la ciudad cerradas por obras que están detenidas.
Un punto interesante que valdrá la pena discutir es qué va a pasar con los famosos cien millones de pesillos que prometió el gober Humberto Moreira y que no se han gastado porque nadie se puso de acuerdo en qué usarlos. Por ahí se dice que don a José Ángel le vendría bien ese dinero porque anda embarcado en algunos proyectos para el año que entra que serían parte de las obras para festejar la ciudad. Pero hasta ahora el gober no ha dado color y del dinero que prometió no se ha gastado ni la tercera parte. A estas alturas, don Humberto nomás se paró el cuello con la generosa oferta porque nadie realmente le “cantó el blof” y presentó proyectos bien amarrados para hacer uso de esos milloncitos. A ver si para el segundo centenario.
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Este viernes se dará, ¡por fin!, el cambio de administraciones en Gómez Palacio y Lerdo. Las invitaciones ya empezaron a circular y nuestros subagentes que recibieron la suya para la asunción de Ricardo Rebollo, inmediatamente repararon en que el futuro alcalde gomezpalatino no se aguantó la tentación de conservar la “O” naranja de su campaña. Don Ricardo escogió el lema “Vamos” como insignia de su Administración, con la “O” debidamente resaltada y anaranjada. También se aventó un logotipo que es como tres círculos incompletos en distintos colores o sea la “O” mocha pero por tres. Lo que don Ricardo no ha dicho es a dónde “Vamos” exactamente, pero la ciudad está en una situación en la que más valdría que lo dijera rápido. Por lo pronto, el alcalde saliente, Octaviano Rendón, dio ayer su último informe en el que, obviamente, omitió detalles importantes como la mala calidad de los servicios de la ciudad, (el que venga que arree). En este asunto, nuestros subagentes informan que don Ricardo ya prepara la estrategia contra la empresa Proterra para entrarle al asunto de cómo se agenció el contrato de recolección de basura. Al menos en este caso, don Ricardo dará una probadita de lo que será su gestión, si va en serio con una limpia o nomás se queda en puro discurso.
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En Lerdo, el pobre Carlos Aguilera sigue a oscuras sobre la verdadera situación financiera del Municipio cuyas riendas tomará pasado mañana. El alcalde Antonio Oliva anda desaparecido y no ha dado la cara para explicar los adeudos que tiene con empleados, proveedores y la CFE. El caso es que desde que ganó inesperadamente la alcaldía, don Carlos estaba reacio a meterse a ver las cuentas de la Administración saliente, que encabezó Rosario Castro Lozano, porque decía que él iba a ver para adelante. Pero viendo el desastre que hereda, el futuro edil ya reculó (así se dice) y también se prepara para darle una revisada a las travesuras que hicieron doña Rosario y don Antonio. Más de uno ya se pregunta si algo del dinero que manejaba la Administración no encontró un caminito a la campaña del PAN y que por eso don Antonio andaba cerrado con la entrega-recepción. Viendo así las cosas, no deja de ser lamentable que las nuevas Administraciones no vayan a entrar viendo para adelante (puras letras vencidas) sino a dedicar su tiempo a ver para atrás.
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De regreso a Torreón, aunque el Estado y el Municipio anden agarrados de la greña, eso no significa que no tengan cosas en común, como el caso de un vivales que andaba jineteando a ciudadanos de diversas colonias con paquetes de material de construcción y que no se sabe para quién trabaja. Miguel Ángel Bravo fue empleado del área de Desarrollo Humano del Municipio hasta octubre pasado, según las huestes de José Ángel Pérez, que rápido buscaron deslindarse del presunto defraudador cuando lo agarró la Policía porque un grupo de vecinos lo quería linchar, junto a una lideresa del PRI, al enterarse de que los andaban engañando. Pero nuestros subagentes comentan que el “funcionario” estaba cobrando en el Municipio la friolera de cinco mil pesillos, al menos hasta la última quincena de junio o sea ocho meses después de su supuesto despido. La cosa se pone más interesante cuando se entera uno de que don Miguel Ángel hacía sus tropelías a nombre del Gobierno del Estado, repartiendo recibos y ostentándose como empleado de la Subsecretaría de Desarrollo Social que está dentro de la vicegubernatura de Eduardo Olmos. El señor Bravo andaba acompañado de una lideresa priista que lo acercó con colonos de la Francisco Villa a quienes les bajó cien mil pesillos. Don Miguel Ángel quiso embarrar al encargado de Desarrollo Social de la vicegubernatura, Miguel Ángel Riquelme, que es el encargado de armar los comités de colonias que tanto han irritado a José Ángel Pérez y que fue el encargado de poner la denuncia, a la que se unió otra del Municipio. El caso da para más y es un indicador de cómo funcionan las cosas en el área de desarrollo social, que se ha vuelto un instrumento de clientela electoral para el Municipio y el Estado y es campo fértil para hacer travesuras.
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Ahora que el hermano cómodo Rubén Moreira se viene a vivir a Torreón, crece la especulación sobre el futuro del jefazo del PRI. Algunos andan temblando ante lo que ven como la posible candidatura de don Rubén a la alcaldía de la ciudad y apuntan como evidencia la intención del “Big Brother” de establecer su residencia en la ciudad. Pero la temblorina crece cuando los rumores ubican a don Rubén despachando en el Palacio Rosa. Una encuesta en un diario de la peronera capital arroja que más de la mitad de los entrevistados cree que don Rubén será el sucesor de su hermano, cual si Coahuila fuera un feudo medieval o una monarquía europea (si estuviéramos igual de bien que Suecia, pues no habría problema, pero no estamos). Las lucubraciones alcanzan su punto máximo cuando se conectan los puntos: don Rubén se viene de alcalde de Torreón para amarrar el requisito de un cargo de elección popular que le permita acceder a la candidatura del PRI para gobernador. ¿Será?
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La partida del ex diputado Jorge Zermeño a España dejó en el desamparo a su equipo de colaboradores. Dos de ellos, Fernando Gutiérrez y Luis Fernando Salazar, estaban de préstamo del equipo del senador y “primer compadre”, Guillermo Anaya y dejaron el hueso en la presidencia de la Cámara Baja tan pronto don Jorge empacó el frac para irse a Madrid. El otro que de plano tuvo que seguir aferrado fue el vocero Antonio Zamarrón, que se quedó a echarle la mano a María Elena Álvarez, que suplió a don Jorge en la presidencia de la Cámara. Don Fernando y don Luis pensaron regresar a Torreón a esperar que el “primer compadre” les agenciara una delegación federal, pero fue don Antonio al que le sonrieron las mieles del presupuesto y se salvará de vivir en el error con el nuevo hueso de vocero de la Procuraduría del Consumidor. Sus ex compañeros en la nómina legislativa no están muy contentos que digamos, pero siguen esperando los buenos oficios de don Memo y que éste no le haga como que le habla la Virgen.
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