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Javier Bardem 'sufre' por ser famoso

Agencias

LOS ÁNGELES, EU.- Ensombrecida por los vientos de guerra que siguen soplando en el mundo, desde que las tropas estadounidenses e inglesas atacaron a Iraq, una reciente entrevista con Javier Bardem estuvo dominada por tres temas: la participación de España en dicho conflicto bélico, el estreno de la cinta The Dancer Upstairs -la segunda que el actor español hace en inglés- y sus angustias creativas.

Figura estelar del cine español de los últimos diez años, Bardem se encuentra pasando por uno de los mejores momentos de su carrera. La nominación al Oscar que obtuvo el año pasado con Before Night Falls, y el éxito que recientemente alcanzó Los Domingos al Sol confirman el nivel de excelencia artística y humana a los que ha llegado.

Dentro de ese ánimo, amable y cordial, Bardem sostuvo una intensa charla con algunos medios de comunicación:

¿Tienes alguna expectativa acerca de lo que pueda pasar, en términos comerciales, profesionales y publicitarios, con The Dancer Upstairs? “La verdad es que no me preocupa, para nada qué vaya a suceder con ella. En estos momentos todo lo que yo diga será bastante relativo. De lo único que sí estoy consciente es de que se trata de una película que no va a ser vista por grandes masas de público.

Sencillamente, The Dancer Upstairs no fue diseñada con ese propósito. Claro que me gustaría que como consecuencia de este filme surgieran nuevas oportunidades de trabajo. Pero como en el negocio del cine todo es siempre tan relativo, prefiero quedarme tranquilo esperando a ver qué sucede después de que se estrene en Estados Unidos.

¿Cómo fue para ti ser dirigido por un actor y director de teatro (John Malkovich) que nunca antes había tenido esa responsabilidad en el cine? “Pues creo que todo anduvo bastante bien. John me dio suficiente información para que pudiera construir mi personaje de la mejor forma posible. Los dos estuvimos trabajando juntos por más de un mes, antes que comenzara el rodaje. Y durante ese tiempo, además de analizar las escenas que yo tendría en la cinta, analizamos aquellas partes del guión que nos parecía que debían mejorarse.

Después, ya durante el rodaje, John me fue dando unas notas muy pequeñitas, concretas y específicas que me ayudaron a elaborar, con mucha audacia y sin miedo, algunos aspectos relacionados con la psicología de mi personaje”.

¿Que relación se estableció entre tú y Malkovich mientras se rodaba el filme? “Él siempre me trató con mucho cariño y respeto. Nunca utilizó el poder artístico y creativo que tenía de una mala forma. John estuvo en todo momento a favor del trabajo de grupo, en el sentido que escuchaba lo que yo y los demás actores queríamos decir acerca de lo que estábamos haciendo en la película.

John no es tan sólo un actor de películas. Hasta el momento ha dirigido más de 50 obras de teatro, así que sabe muy bien como manejar las relaciones a quienes trabajan con él.

¿De qué forma te marcó la nominación al Oscar? Pienso que no cambió nada en mi vida personal y tampoco en mi trabajo como actor de teatro y cine. Es cierto que de pronto me transformé, sin quererlo, en una cara muy famosa. Y recibí muchas ofertas de trabajo, pero ninguna en verdad interesante. Después del Oscar todo volvió a tener el nivel de antes. En este momento sigo experimentando, por ejemplo, el mismo miedo que antes sentía frente a la idea de fracasar en lo que estoy haciendo”.

¿Cómo definirías, en términos racionales, ese miedo al fracaso? “En mi caso particular, yo asocio a dicha emoción con la posibilidad de no poder alcanzar, en mi vida artística, todo las metas que me he trazado. Hay una parte de mí que sigue siendo muy frágil y vulnerable. Creo que eso me ha impedido crecer y ser igual de adulto que otras personas que tienen mi misma edad.

Por ese motivo siempre estoy preocupado por las decisiones que debo tomar en mi carrera, porque me produce una angustia muy grande saber que me puedo equivocar en la elección que estoy haciendo. De ahí proviene el miedo al fracaso que siento frente a cada uno de los dilemas que debo resolver todos los días”.

¿Qué tan sencilla o difícil ha sido para ti la convivencia que has estado teniendo en los últimos años con la popularidad y la fama? “En Estados Unidos yo no he sufrido con ese problema, porque aquí casi nadie me conoce. Allá en España es donde el asunto se me ha vuelto un poco más complicado. Y es que en este negocio del cine a veces un día le dicen a uno que es como un Dios y al siguiente te describen como una mier…

Es por tal motivo que no resulta, nada fácil, tener la autoestima a salvo de juicios tan extremos. Yo creo que en el cine hay gente que sirve para tener una relación adecuada con la fama, y que la disfrutan y se sienten cómodos con ella. También hay otras personas, entre las que yo me incluyo, a las que no nos gusta, para nada, eso de estar lidiando con el reconocimiento público.

Lo paradójico de una situación como ésta es que, a pesar de que yo siento un rechazo por todo aquello que tenga relación con el culto a la fama, debo ayudar a promover las películas donde yo he trabajado mediante apariciones públicas y entrevistas con los medios de comunicación. Y bueno, esto le da un tono esquizofrénico, contradictorio y muy especial a la forma de vida que yo vengo practicando desde hace muchos años”.

¿Y tú crees que vale la pena vivir dentro de semejante contradicción? “Cuando hay algo que lo justifique, pienso que sí. Tener la libertad acotada por la fama y la popularidad es algo que, en mi caso, yo creo que sí tiene sentido, porque he participado en proyectos que han sido muy importantes. No sólo para mí, como individuo, sino también para el cine de mi país en general.

Lo único que me preocupa, de todo esto, es la enorme capacidad que los medios de comunicación han desarrollado para entrometerse en la vida personal de quienes nos dedicamos al cine y al teatro. En estos momentos el ser famoso ya se ha vuelto un hecho bastante relativo. Creo sinceramente que para la televisión y quienes la ven da lo mismo que uno haya aparecido en un comercial de calzoncillos o en una película de enorme valor artístico. Lo que importa es que eres famoso y todo mundo quiere saber algo de ti. Siento que esta es la parte más denigrante y sombría que hay en este negocio”.

¿Qué lugar ocupa la intuición en el trabajo artístico que haces dentro del cine y el teatro? “Me parece que es un elemento sin el cual yo no podría ser artista. La intuición llega cuando ya se ha realizado toda la preparación del personaje. A partir del momento que empieza el rodaje de una película, o se abre el telón para una representación teatral, yo dejo que mis intuiciones sean las que vayan marcando la dirección de lo que tengo que hacer.

La intuición es como el faro de luz que, en medio de la oscuridad más absoluta, me va guiando hacia el destino creativo que me interesa alcanzar. En el teatro la intuición ocupa un lugar más preponderante que en el cine. Sobre el escenario, de pie frente al público, uno debe estar listo para reaccionar frente a cualquier situación inesperada. En el caso de las películas existen muchos recursos -edición, musicalización, efectos especiales, sonido- que ayudan a proteger lo que uno hizo durante la etapa de rodaje”.

¿Cómo explicarías las diferencias que hay entre el teatro y el cine? “Para mí hacer teatro es igual que saltar hacia una alberca sin saber, en ningún momento, si va a estar vacía o llena de agua. En el teatro nosotros los actores nos movemos en un espacio que no existe, en una nada, de la cual tenemos que crear algo. En el cine todo es distinto. El cine es una maquinaria donde hay una serie de eslabones de criterios y eficacias que al irse juntando crean lo que finalmente se transforma en una película.

En el teatro no hay esas eficacias. En lo único que uno puede confiar, dentro de ese universo, es en el autor de la obra que se está representado, en quien la dirige y también en quien actúa en ella. A veces pienso que ser actor es una profesión tan llena de angustias, miedos y frustraciones que no entiendo cómo pude haberla elegido para ganarme la vida. Sin embargo, todas esas reflexiones que tengo antes de salir al escenario de un teatro o al set de una película, al final cambian y dejan de ser importantes. Yo creo que este oficio tiene un ingrediente que es muy fuerte y adictivo. Por eso no puede uno alejarse de él”.

¿Piensas que todo artista debe tener una posición política? “Por supuesto que sí. Todo artista expresa una visión política a través de lo que hace. Porque sus obras influyen, de forma positiva o negativa, en la sociedad que le ha tocado vivir. Yo pienso que cualquier artista realiza su trabajo con la idea de mejorar el ámbito en el que ha nacido. Cualquier artista, por el sólo hecho de serlo, debe estar en contra de toda forma de represión y totalitarismo. No estoy de acuerdo con aquellos que se dicen artistas y apoyan, por ejemplo, la invasión de Estados Unidos a Iraq”.

¿Qué opinión tienes acerca de este conflicto armado? “Me parece que se trata de un evento que tendrá, para todo el mundo, consecuencias terribles que sólo el tiempo y la historia podrán poner en su sitio. Lo que han hecho quienes dirigen a Estados Unidos, España e Inglaterra es convertir a la Tierra, a base de una actitud hipócrita y prepotente, en un lugar donde ahora sólo hay buenos y malos.

Yo creo que después de hacer un recuento de los muertos que dejó en Iraq la invasión norteamericana y sus aliados, deberemos comenzar a contar también los cadáveres que dejó esta guerra a nivel espiritual, emocional e intelectual entre todos nosotros. Porque además de invadir Iraq, los medios de comunicación, especialmente las cadenas televisivas estadounidenses, ha manipulado de una forma cínica y desvergonzada las informaciones que han pasado por sus manos. A tal grado que parece que la guerra que se ve por la televisión norteamericana, es muy diferente a la que nosotros estuvimos viendo en España y otros países europeos.

Y eso, la verdad, es que habla muy mal del espíritu democrático y liberal que, supuestamente, hay en este país”.

Un galán triunfador

Su cara de rasgos grandes y un tanto toscos, engaña, porque esconde una gran sensibilidad y ternura. Javier Encinas Bardem nació el 1 de marzo de 1969 en Canarias. Creció en el lecho de una familia de grandes actores, su madre es la actriz Pilar Bardem, y sus abuelos los también actores Rafael Bardem y Matilde Muñoz Sampedro.

-Su tío es el director de cine Juan Antonio Bardem, sus hermanos Carlos y Mónica, también se dedican a la interpretación y a la dirección. Por eso no es de extrañar que Javier ya desde pequeño se interesara por esta profesión.

-Cuando tenía 6 años hizo su primera intromisión en el mundo del cine, con El Pícaro una serie dirigida por Fernando Fernán Gómez y no reaparece ante una cámara hasta 1985, cuando interviene en cuatro capítulos, uno de ellos como protagonista, de la serie Segunda Enseñanza, de Pedro Masó, donde hizo el papel de el gamberro de la clase. De nuevo bajo las órdenes de Masó, interpreta a un drogadicto en la serie Brigada Central.

-También estuvo muy interesado por el mundo del deporte, su gran afición por el rugby con tan solo trece años, le llevó a formar parte de la selección española.

-Las pesas y el boxeo, fueron otras aspiraciones para Javier, y su paso por distintas actividades, como el dibujo (afición que aún conserva), nos hace recordar sus inicios en la Escuela de Artes y Oficios.

-Participó en un grupo independiente de teatro con el que realizó una gira por España con las obras El Médico a Palos y El Sombrero de Tres Picos.

-Ahora, involucrado dentro del mundo del cine, ha olvidado esa tendencia que le hacía dejar asuntos a medias, y disfruta de un momento espléndido en su trayectoria cinematográfica. Grandes directores y filmografías envidiables lo corroboran.

-Su relación con la prensa es regular, la verdad es que a Javier no le hace sentir muy cómodo. La fama llama a la fama, y es inevitable que no esté en el candelero, acosado por los medios, dado su gran éxito dentro de la profesión.

-Gran amante de su familia, Javier Bardem considera a su madre una gran mujer, y trabajar con ella en algunas ocasiones es todo un placer para él. A su hermano Carlos, tampoco le faltan elogios por parte de Javier.

-La vida personal y sentimental de este actor la reserva de la mirada de curiosos, y no se le conocen romances, este chico sabe guardar con celo su vida privada. Sólo se sabe que vive con su novia Cristina desde hace varios años. Y muy feliz.

FUENTE: Agencias

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