Escribir un libro es en sí una tarea complicada, ardua. Si para hacerlo se requiere investigar, lo es aún más. Y si a todo eso se le añade un toque de interés, el resultado es un buen producto.
Por estar consciente de esa dificultad, me dio mucho gusto tener entre mis manos el nuevo libro de mi amigo, el Licenciado Homero Héctor del Bosque Villarreal, Cronista de la Ciudad, quien a sus primeros noventa y tantos años, acometió la tarea de escribir un libro conmemorativo de los Cien Años de Torreón como Ciudad.
En poco más de cien páginas, don Homero, deja constancia de la forma en que nuestra ciudad se fue desarrollando, partiendo de cuando ésta era una sencilla Villa.
Da cuenta de su primeros pobladores, de la agricultura, de los bancos, las escuelas y universidades, de instituciones de beneficencia, de las industrias y la vida cultural que fue conformando nuestra ciudad.
En forma sucinta, pero clara, don Homero nos narra, cuanto debemos saber sobre la historia que conformó lo que hoy somos.
Este texto será lectura obligada para ubicar fechas datos y nombres.
Incluye en sus escritos, muchas fichas bibliográficas sobre hombres y mujeres que han contribuido, en mayor o menor grado, al desarrollo de Torreón, en muy distintos campos, pero todos con una misma finalidad: Hacer de la nuestra una ciudad progresista.
No se puede comprender el ser y la forma de ser de quienes aquí vivimos, si desconocemos la historia de nuestra ciudad.
Pero, al adentrarme en las páginas de este libro, tengo la sensación de que algo hemos perdido en el camino, comparado con aquellos primeros pobladores.
Siento que hemos perdido empuje, determinación y arrojo. Que estamos inmersos en la inercia, pero sin un rumbo claro.
Que aquellos hombres luchones, se han convertido en pleitistas.
Nuestros ancestros sabían lo que querían, siento que ahora, nos enfrentamos unos a otros sin tener motivos reales o lo hacemos de manera torpe.
Nos hemos ganado la fama de peleoneros y perdido la de luchadores con causa.
El desierto nos hizo así, batalladores, empeñosos, emprendedores, pero no hostiles.
Necesitamos retomar el rumbo, cohesionarnos como sociedad, estructurarnos, vertebrarnos y sobre todo unirnos para trabajar fructíferamente.
No nos desgastemos en luchas inútiles. Es necesario guardar nuestras fuerzas para las verdaderas contiendas, para hacer avanzar a nuestra ciudad.
En sus textos, don Homero nos da también una lección de vida, del amor por una ciudad y del valor de quienes la habitan.
Aprendamos esa lección y trasformémosla en filosofía de vida. Pero con un espíritu diáfano, abierto, solidario.
En la primera parte, don Homero nos habla de lo que es la crónica y afirma, con razón, que el cronista es el biógrafo del espíritu. Pero aún más, sostiene que: “Es axiomático e impostergable escudriñar el pasado hasta contemplar nuestra raíz profunda”.
En esa raíz, encontraremos los valores para seguir caminando por esta Tierra. Para seguir emprendiendo, luchando, construyendo, forjando el espíritu.
Citado por don Homero, viene en su libro un verso del siempre recordado poeta don Felipe Sánchez de la Fuente, que desearía estuviera grabada en todas las puertas de nuestras casas y en nuestras almas, pues ella simboliza el espíritu al que debemos aspirar:
“Sobre la puerta mi escudo
y en el escudo mi mano
y en mi mano un signo mudo
que llama desde el escudo
a todo el que pasa: Hermano”.
No quiero concluir estas líneas, sin agradecer a don Homero la elaboración de este libro que nos adentrará en nuestros orígenes y constituye un bello regalo para nuestra ciudad en su centenario. Hoy a las doce, se presentará este libro en el Teatro Nazas, como parte de los homenajes a nuestra ciudad.
