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Ensayo sobre la cultura / LA RADIO Y LA TELE

José Luis Herrera Arce

Antes que nada, esta columna manda una efusiva felicitación a Ricardo Herrera Guerrero, joven con Síndrome de Down quien por estos días compite en natación en Limerick, Irlanda y quien en los dos primeros días de eliminatorias ha impuesto cuatro marcas mundiales. (Arroz) La columna la escribo los jueves, faltan dos días de competencia; para la próxima semana comentaré qué pasó al final. Quien quiera saberlo antes, en la siguiente dirección web encontrará los resultados: www.Dsiso.org/

Perdonarán la vanidad familiar pero no todos los días se rompen récords mundiales. Ahora sí, a nuestro comentario:

Me imagino que para el siglo XIX, cuando se ponían los cimientos tecnológicos de los medios masivos de comunicación, aunque había mucha gente que se inquietaba por el impacto cultural, léase La Rebelión de las Masas de José Ortega y Gassette, hubo otros que consideraron sería un medio para llevar a la gente lo que de otra manera no tenía modo de acceder. A estos otros en las ciencias sociales se les llamó los integrados. Saco lo anterior a colación por dos noticias que se nos dan esta semana: la inauguración de la estación de radio de la UAL y la incursión de Teléfonos de México en la televisión por Internet o cable, algo así.

No cabe duda que los adelantos tecnológicos hacen posible los sueños del XIX, eso no es el problema ni creo que será el problema en adelante. Lo que hay que volver a subrayar es la programación de los contenidos. La pregunta concreta sería: ¿para qué más medios si en los últimos años no ha significado abrir nuevas opciones en los contenidos sino más bien ha sido la repetición de lo mismo, bajo miras comerciales? El gusto estético social no ha sido mejorado, sino por el contrario, el amarillismo que hizo furor en el siglo XIX en el periodismo se ha extendido a los demás medios y hasta en las noticias es la directriz. La manera de manejar la información y la industria del entretenimiento niega las aspiraciones de los integrados y da razón a los apocalípticos que ven en los medios el fin de los valores de la cultura tradicional.

Si todo lo que cuenta en las actividades de los seres humanos son los resultados económicos, financieros y comerciales, entonces no sé de dónde viene tanto miedo y tanta queja de lo que está pasando en el país con todos estos asesinatos que no son más que la resultante de la actividad que más deja dividendos: la producción, distribución y venta de la droga. Si lo que cuenta son los estados financieros, tengan por seguro que los de estas actividades suelen resultar buenos, aunque la influencia social sea negativa.

Sí, los medios son un negocio. Si los medios deben de divertir. Sí, los medios deben de ser autofinanciables. Sí, todo lo que ustedes quieran; sin embargo, sí, los medios también tienen una responsabilidad social y no me cansaré de repetirlo, hoy por hoy son los principales educadores de la comunidad y entiendo por educación el cultivo de usos y costumbres capaces de transformar las formas de vida.

En nuestra región hay 25 ó 26 estaciones de radio con programaciones similares, lo cual significa poca creatividad en el diseño de contenidos. Una fórmula que pega todo mundo la repite. Dinero, dinero, dinero como si fuera una obsesión; de la misma manera que en la industria de la droga, es lo único que importa. Hasta la mal llamada radio cultural se ha adaptado al modelo sin que se pueda adivinar cuál sea en realidad su función social.

El que surjan nuevas estaciones no es lo importante. Lo que en realidad importa son las políticas de programación. La civilización del siglo XXI no puede conformarse con el inmediatismo comercial de los medios, por no decir con basura, hay que establecer un puente entre los viejos hitos culturales y las capacidades que la tecnología moderna ofrece para seguir perfeccionando lo que el hombre produce.

Romper marcas ha sido y será siempre el reto de la sociedad. Siempre se han roto marcas y se podrán romper las marcas. La producción cultural que depende de los medios puede mejorarse; mas si son sostenidas por instituciones públicas o privadas capaces de rebasar los estados financieros. Hay que pensar que existe una nueva generación que casi desconoce lo que se ha producido en música clásica, o música popular mexicana, a los hitos de muchas manifestaciones musicales y no digamos poéticas, de oratoria y demás que pueden ser conocidas por la radio; a pesar de los E pot que no se despegan de los oídos.

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