Cuando todo mundo duerme
quisiera desentrañar la esencia de los sueños
y poder tomar el pulso exacto
a la desnudez emocional del individuo.
Quien parece como si nadara
en un mar interminable, apetecible,
saboreando la tibieza del agua,
sin sentir miedo, ni hambre, ni frío
y del cual no quisiera salir,
a retomar la existencia mísera reinante en el universo
que sólo así nos permite soportar el agobiante peso de la vida.
Del libro: En el Alarido de lo Inmarcesible.