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Contraluz / ECOS Y EXTRAVÍOS

Ma. del Carmen Maqueo Garza

Ha sido éste el año de los empecinamientos políticos, entre los que destacan dos: La tozudez de AMLO para el recuento voto por voto, y el paro de maestros de la Sección 22 del SNTE, en Oaxaca. En ambos casos resulta nefasta la imagen que México proyecta al mundo; el lío magisterial es doblemente grave: Los desmanes de estas últimas dos semanas, que vinieron a echar por tierra los preparativos para la tradicional Guelaguetza, fueron la absurda exhibición pública de los educadores de nuestro país en el concierto internacional.

Pintarrajear consignas que desalientan al turismo a asistir al evento. Maestros vueltos vándalos atacando los preparativos de la celebración, se antoja un total contrasentido. La Guelaguetza es una fiesta zapoteca que, como tantas otras ha representado un sincretismo entre las tradiciones indígenas y la religiosidad traída de Europa. Antes de la llegada de los españoles, se llevaban a cabo ofrendas a los dioses de la agricultura, Centéotl y Xilomen, en los que se conocen como Lunes del Cerro. Cada pueblo presentaría ante sus dioses lo mejor de su producción; nuevamente, insertando elementos profanos a la tradición indígena, la fiesta comienza a celebrarse en su máximo esplendor los dos lunes siguientes al 16 de julio, fecha católica de la festividad de Nuestra Señora Del Carmen. A la muerte de Juárez, un 18 de julio, la tradición se enriquece aún más, pues se incluye al Benemérito en el fervor popular de la celebración.

México es privilegiado en cuestión de sincretismos. Elementos totalmente contrapunteados, como serían las deidades indígenas y el Dios cristiano; o la iglesia y la Reforma de Juárez, danzan a un mismo ritmo, entre colores, formas y sones, en uno de los estados con mayor riqueza cultural. Ocasión en la que convergen en la ciudad capital, indígenas de las siete regiones: La de los Valles Centrales; Sierra Juárez; La Cañada; Tuxtepec; el Istmo; la Costa, y la Región Mixteca.

El mayor contrasentido del proceder aberrante de los empleados magisteriales, a quienes ya para ahora les queda muy grande el nombre de ?mentores?, es lo siguiente: GUELAGUETZA es la fiesta zapoteca de la cooperación entre pueblos. Sus características son tres: La cortesía, la delicadeza, y la atención de unos para con otros. Lo que se ha mostrado al mundo en los últimos días es todo lo contrario.

Y yo me pregunto: ¿No están estos señores para cuidar las costumbres y tradiciones, en lugar de atentar en su contra? Oaxaca ha sido un estado que subsiste eminentemente del turismo, y con este modo de ahuyentarlo, le hacen flaco favor, sobre todo a las regiones rurales, que ahora enfrentan pérdidas económicas con la cancelación del evento.

Lo más terrible: El mensaje que dejan los ?maestros? es el de violentar y violentarse, ir contra todo, cuando sus peticiones no son cabalmente atendidas. Pues vaya, se supone que en esta semana ya se había negociado una oferta de 157 millones de pesos, pero a los señores les pareció poco, quieren el doble de esta cantidad, y una serie de concesiones y prebendas. No deja de llamarme la atención el hecho de que si están tan descapitalizados, puedan seguir plantados... ¿vivirán del aire ellos y sus familias, o quien está detrás de todo este lío?

En ningún momento se ha visto que demuestren sensibilidad hacia los alumnos que ya perdieron el año escolar, muchos de ellos provenientes de las zonas rurales, quienes deben viajar largos tramos para recibir instrucción. En el supuesto de un arreglo para el próximo ciclo escolar, me intriga con qué autoridad moral van a detener al chiquillo que hace desmanes en el aula, o que raye una pared, o que daña la propiedad de sus compañeros: ¿Tendrán la poca vergüenza como para reprenderlos? ¿Aplicarán medios agresivos como han venido haciendo contra una tradición cultural de tanto tiempo?

Nos ha tocado vivir una transición social con alto grado de violencia; esto lo vemos en todos los ámbitos, surge de muy diversas maneras, desde el familiar, hasta los conflictos bélicos más descarnados, como está sucediendo ahora en el Líbano. Los elementos que permiten mantener cierta cordura en medio de este estado de cosas, son los valores familiares, la religión, y por qué no, la cultura. La figura del maestro, desde los antiguos griegos, se dio como un eje central alrededor del cual la sociedad asumiera un orden elemental. Pero, después de Oaxaca, ¿qué?... Palabra que hace ecos y se pierde, entre los mullidos cerros y las amplias hondonadas del valle oaxaqueño.

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