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Dr. Víctor Albores García

Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana

(Vigésima cuarta parte)

Etiquetas: La sal y pimienta de la vida

En los adolescentes y los adultos, el trastorno de estrés postraumático se puede presentar como recuerdos indeseables de la experiencia traumática, en forma de imágenes, de pensamientos obsesivos o repetitivos, de diversos tipos de percepciones, así como de sueños recurrentes y angustiantes, o de sensaciones desagradables y estresantes de tipo “flashback”, en cierta forma como si la experiencia se estuviera repitiendo o estuviera a punto de ocurrir nuevamente. En aquellos casos en los que las memorias son del todo inconscientes, ciertas claves internas o exteriores relacionadas con el episodio traumático y que surgen en el presente, servirán como detonadores de la angustia, puesto que reviven la experiencia a pesar de que ésta permanezca en el inconsciente.

Tanto adolescentes como adultos pueden reaccionar a estos estímulos aversivos y provocadores de ansiedad mediante una serie de maniobras de actividades, lugares, personas, experiencias o sentimientos relacionados con la experiencia traumática, al grado inclusive, que el sujeto llega a sufrir una especie de anestesia total de sí mismo o sí misma, que le impida “sentir” como un método para controlar sus sensaciones. Es como si el sujeto se protegiera con una armadura a prueba de sensaciones, de manera que aparenta mayor frialdad, con una protección total a prueba de emociones. Estas maniobras incluyen también cierto grado de amnesia que les impide recordar totalmente la experiencia o lo hacen pero en forma fragmentada e inconclusa. Dichas maniobras desgraciadamente, restringen el flujo de sus emociones y los hace tomar una actitud desinteresada, fría, lejana y ausente, como si estuvieran lejos de los demás o como si se tratara de una persona diferente.

Al igual que se mencionó en el caso de los niños, los adolescentes y adultos también tienen problemas con sus patrones del sueño, con dificultad para conciliarlo y mantenerlo, así como con la presencia de pesadillas o sueños angustiantes recurrentes, que están relacionados con la experiencia traumática en sí, o con aspectos simbólicos de la misma cuando ésta yace en la profundidad del inconsciente. Igualmente, tienden a tener problemas para concentrarse en la escuela o en su trabajo, lo que naturalmente dificulta su desempeño. Mantienen asimismo, una actitud de supervigilancia y tensión, que los mantiene constantemente en estado de alerta y por lo mismo, les produce un desgaste emocional importante: es como si estuvieran siempre en espera de un ataque o de una guerra. Como resultado de tales síntomas, tenemos entonces individuos sumamente irritables y que por lo mismo, explotan fácilmente en crisis de rabia.

Los padres, los familiares, los pediatras y los médicos generales o especialistas que atienden a estos sujetos a lo largo de su vida, cuando las secuelas de su padecimiento así lo requiere, necesitan estar alerta a estas señales y síntomas que pueden presentar para conocer su significado. Sospechar la presencia de un trastorno de estrés postraumático en ellos, permite la oportunidad de conocerlos y comprenderlos también en estos aspectos psicológicos y no solamente en sus problemas orgánicos. Los mismos médicos al diagnosticar este trastorno, pueden ayudar al paciente y a sus padres o familiares, o también lo pueden canalizar para que reciba la ayuda profesional especializada que se requiere en el área psicológica o psiquiátrica, de acuerdo a la intensidad y gravedad del trastorno.

Detectar a tiempo todos estos diversos tipos de trastornos de ansiedad en niños, adolescentes o adultos, por medio de una historia clínica detallada y cuidadosa, en la que se toman en cuenta naturalmente los antecedentes del sujeto, los aspectos básicos de su desarrollo emocional, de las experiencias ambientales y socioculturales a las que haya estado expuesto, especialmente cuando se conocen esas experiencias traumáticas ocurridas al principio de su vida, debido a las malformaciones, trastornos o enfermedades, facilitará el que se logre un diagnóstico eficaz y oportuno, para llevar a cabo el tratamiento integral necesario y adecuado.

Los médicos en general y el personal que labora en el área de salud en hospitales, clínicas e instituciones similares, ya no podemos darnos el lujo de ignorar o desechar a la ligera la importancia que revisten los aspectos emocionales derivados de este tipo de experiencias en niños expuestos a ellas. Debemos actualizarnos y estar pendientes de lo que se está manejando en este campo, para que podamos opinar con profundidad y conocimiento en el área emocional, un área que por tanto tiempo ha sido discriminada y tomada demasiado a la ligera. (Continuará).

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