LA GAITAMajestuosa, nostálgica, emotiva, impetuosa, elegante, noble… ¡Guau!, ¡cuántos atributos! ¿quién pudiera ser capaz de merecerlos todos estos atributos? La respuesta es muy sencilla: La Gaita.
Escuchar éste bellísimo instrumento casi siempre nos remonta a pensar en un elegante músico escocés ataviado con su típico Kilt -que no falda-, en algún evento solemne.
Sin embargo, los orígenes más antiguos rastreables de la Gaita se remontan al siglo XII a.C. en la cultura Hitita en la antigua Anatolia, actual Turquía. Más adelante podemos encontrar referencias en la antigua Grecia con un instrumento que bien pudiera ser la abuela de la actual gaita que llevaba por nombre Askaulos. El historiador y biógrafo romano Suetonio escribe que el Emperador Nerón ya tocaba la gaita, aunque se le denominaba utricularius. Ya en plena Edad Media, la gaita se había popularizado en toda Europa, siendo utilizada principalmente en las cortes y en actividades militares.
Por su sonoridad llegó incluso a sustituir a la trompeta. Y bueno, la primera referencia en las Islas británicas está mencionada en los Cuentos de Canterbury en el Siglo XIV. Al haberse extendido por toda Europa, los estilos, materiales, formas y sonidos difieren radicalmente. Por ejemplo, tenemos la bucólica gaida búlgara, la poderosa gaita polaca, la brava y agresiva gaita checa, la ceremoniosa gaita bretona o la suave y dulce zampogna italiana. Por increíble que parezca, el desarrollo y sofisticación de la música europea en el período barroco y clásico vinieron a sustituir los rangos y funciones de la gaita como instrumento musical en ensambles u orquestas. Era complicado introducir tanto sonido y combinarlo con violines o cellos.
Una gaita está compuesta por una bolsa que contiene aire a cierta presión y cuyo flujo de salida es controlado a su vez por la presión del brazo. Esto permite tener una melodía constante y uniforme. Claro está que el intérprete deberá estar soplando constantemente la bolsa por un tubo para mantener el suministro y presión necesaria. Dichas bolsas eran hechas piel de cabra, vaca o incluso perro. La melodía se produce por medio de un tubo llamado chanticler o cantor que es operado por ambas manos. Como el aire sale constantemente es muy difícil detener la generación de sonido, por lo que la gaita puede y debe tocar de inicio a fin. Las embocaduras de los tubos producen un sonido muy parecido a un oboe en función de que tienen dos cañas que vibran al recibir el aire a gran presión. Uno de los cambios más significativos lo aporta la gaita escocesa al incluir un sistema de 3 tuberías que permite emitir voces alternas todas ellas armonizadas. Es como tener un bajo, un barítono y un tenor acompañando la melodía principal que entra majestuosa en un escenario armónico lleno de color y proyección emocional.
Majestuosidad, nostalgia, emoción, sentimiento, ímpetu, nobleza y elegancia… iba a decir que todo ello en un suspiro pero una gaita demanda más que un suspiro para sonar…, así que sólo por hoy cambiaré la ecuación: Muchos suspiros en una gaita.