Cultura Conciertos Cultura Exposiciones

Palabracaidista

La poética del desierto

RUTH CASTRO

Lo que conocemos como nature writing o literatura de naturaleza, ha descrito sobre todo los paisajes fértiles: selvas húmedas, valles verdes, montañas boscosas. Sitios donde la vida se presenta en abundancia, en una suerte de esplendor vegetal. En cambio, los territorios áridos han sido retratados, a veces, con desdén. En 1903, Mary Austin publicó The Land of Little Rain (traducido bellamente como La tierra de la lluvia escasa), un libro que desmiente esa visión y nos enseña otra forma de mirar y habitar los paisajes del desierto.

El libro de Austin retrata con aguda sensibilidad el sur de Estados Unidos, especialmente el desierto de Mojave y las altas sierras del sur de Yosemite. Tal vez esa afinidad nace de que yo también habito un desierto, en el norte de México. Me gusta recorrer sus cerros, contemplar sus puestas de sol sin una nube, y escuchar las historias de sus antiguos pobladores. Antes de que estos territorios se conocieran geográficamente como México o Estados Unidos, los pueblos que los habitaron compartieron muchas de sus formas de vida, de resistencia y de sabiduría.

Publicado originalmente en 1903 y traducido al español por Eva Gallud en 2019, La tierra de la lluvia escasa es una colección de catorce crónicas que alternan la observación de paisajes, personas y pueblos, con una voz que destila conocimiento íntimo del territorio. Mary Austin fue habitante y recorredora incansable de esos parajes, y su escritura brota de una mirada amorosa, atenta, consciente de lo que se ve y de lo que permanece oculto a simple vista.

Mucho se ha escrito sobre paisajes exuberantes, pero menos sobre aquellos que, como el desierto, suelen ser temidos o despreciados por su clima extremo y su supuesta esterilidad. Austin nos muestra, sin embargo, que esa “desolación” está llena de vida. La suya es una poética de la escasez y de la adaptación: vida que se rige por otras reglas, más lentas y austeras, donde cada planta, animal y ser humano ha aprendido a ahorrar, a resistir, a observar.

En sus páginas, todos los personajes—árboles, mujeres, zorros, tejedores, cactus, nubes—tienen la misma dignidad. Cada elemento del entorno es tratado con ternura y precisión. Leemos sobre árboles que esperan la crecida del río, plantas que conservan secretos medicinales, coyotes con estrategias de caza sigilosa, aves que dependen unas de otras en la compleja cadena alimenticia del desierto. Y también sobre personas: un buscador de oro que ha aprendido a leer los signos del paisaje; una mujer tejedora que, entre cestas, cría a su hijo; un curandero shoshoni; un pueblo fundado por familias mexicanas que aún celebran sus fiestas entremezcladas con nuevas tradiciones.

Hay algo profundamente espiritual en la escritura de Mary Austin, que defendió no solo los derechos de los pueblos originarios y de las mujeres, sino también los de ese entorno áspero y fascinante. Su mirada compasiva y lúcida contribuyó a que parte de esas tierras fueran posteriormente protegidas como reserva natural.

La traducción al español, más de un siglo después de su publicación, no solo restituye la belleza de la prosa de Austin, sino que permite a nuevos lectores descubrir una sensibilidad ecológica y literaria adelantada a su tiempo. Una escritura que nos recuerda que el desierto no es vacío, sino que guarda en su interior una vida sigilosa, sabia y resistente. Como bien lo sabe quien ha aprendido a mirar.

Leer más de Cultura

Escrito en: poética desierto visión

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Cultura

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2399939

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx