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LA COLUMNA DEL PERRO

EL NIÑO, EL ABUELO Y EL BURRO

Nunca le damos gusto a nadie. Si hacemos tal o cual cosa, o si dejamos de hacerla, de cualquier forma todos seremos criticados, y para ejemplo está la historia del niño, el abuelo y el burro.

Esta fábula nos relata que los tres iban transitando por un camino, en el campo que une a su pueblo con el siguiente.

A paso pausado, pero constante, el niño y su abuelo, quien traía en la mano la rienda con la que conducía su burro, platicaban al avanzar en su recorrido… Al verlos pasar, la gente los saludaba y, cuando ya estaban un poco lejos, lo suficiente para no ser escuchados, comentaban a sus espaldas: ¡Qué tontos son! Prefieren ir caminando, cansándose, en lugar de subirse ambos -el abuelo y el nieto- al burro, que para eso lo tienen.

Más adelante en el camino, el abuelo carga a su nieto y lo monta en el burro, y acto seguido toma la rienda, y una vez más, a paso lento, continúan su camino… Otras personas que los vieron comentaron: ¡Oye, qué mal! El nieto va montado en el burro. Si ya tiene diez años, está joven y fuerte. Debería dejar que su abuelo, que ya es un viejo, se monte en el burro, y el niño, que está joven y fuerte, es el que debería ir caminando y conduciendo al burro.

Continuando con su camino, un poco más adelante, el abuelo carga a su nieto, y los dos, montados en el burro, siguen su peregrinar a paso lento. Una vez más, unas personas que los vieron comentaron: ¡Mira nada más qué aprovechados los dos! Cómo se suben ambos al burro. El pobre apenas puede. ¡Qué abusones!

Y así siguieron. Antes de llegar al pueblo, el abuelo baja a su nieto para seguir el camino montado, mientras su nieto y el burro continúan caminando… Y una vez más, las personas que los ven comentan: ¡Mira nada más al abuelo montado sin cansarse, en lugar de dejar que su nieto monte al burro, pues apenas es un niño! ¡Qué poca consideración hacia los menores!

La moraleja de esta historia es que hagas lo que hagas, no le vas a dar gusto a nadie, por lo cual todos debiéramos hacer nuestras vidas quedando únicamente bien con nuestra conciencia, y no preocuparnos por "el qué dirán", sino más bien preocuparnos cuando no hablen de nosotros, pues esto es señal de que ya no importamos tanto.

Así, al final del camino, no estaremos arrepentidos por lo que hemos tenido que hacer en el desafiante camino que es la vida, temiendo siempre a la crítica, que es una de las pocas cosas que, en este país, son democráticas, pues nadie escapa al qué dirán.

Y ahora, para terminar, una gota de filosofía:

ANTES DE CAMBIAR AL MUNDO, DA TRES VUELTAS POR TU CASA (Proverbio chino).

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