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Los ataques de Morena al INE

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

En su reciente comparecencia en la Cámara de Diputados, el presidente del consejo general del INE, Lorenzo Córdova, fue víctima de una feroz andanada por parte de los oradores de Morena y sus aliados. Si éstos al menos hubieran sido medianamente convincentes en sus exposiciones y argumentos, aun así se habrían visto mal. Pero fueron primitivos y vulgares, lo cual dio oportunidad a que el funcionario electoral se viera como un coloso frente a los enanos.

Como botón de muestra de lo anterior estuvo el grosero desplante de un cavernario diputado de apellido Cantón, de larguísimo y nefasto historial como priista, cuya evolución natural lo ha llevado -lógicamente-- a ser hoy militante de Morena, quien a un gesto de noble cortesía por parte de Córdova respondió de la manera más ruin que alguien pudiera imaginar. Bien explica Cervantes en el Quijote este tipo de conductas así: "No se hizo la miel para la boca del asno".

Por el tono de sus intervenciones en esa sesión de la Cámara, efectuada el pasado viernes 5, se deduce que a los de Morena y sus aliados lo que más les molesta de una institución del Estado mexicano como es el Instituto Nacional Electoral, es no tenerlo a su disposición y servicio. Les irrita, los enardece que no les atienda sus caprichos, que les sancione sus faltas e infracciones, que no les acepte las arbitrariedades e ilegalidades en que incurren, desde el caudillo mayor para abajo.

Con pobreza de armas -y de almas-- quisieron dar pelea, y así les fue a los de Morena y sus aliados. Quienes siguieron la sesión, así haya sido una parte de ésta, por televisión, se pudieron dar cuenta de la monumental paliza que Lorenzo Córdova les propinó.

Con un mínimo de objetividad y aun sin ser gran conocedor del tema, cualquier televidente pudo percatarse de la cátedra que Córdova dio a los de Morena, por la contundencia de sus argumentos, por la claridad de sus réplicas, por el dominio de que hizo gala de la materia constitucional y de los asuntos electorales, y en general por el rigor de sus exposiciones. Bueno, hasta por la manera elegante y fina como les dijo tontos e ignorantes a sus detractores. Esto sucede cuando se va a la guerra con pobreza de armas. Y peor aún: sin tener la razón. Como claramente fue el caso.

Hay un dato olvidado, mínimo en apariencia pero en realidad relevante, que permite ver cómo Morena en el fondo ve en el INE una institución confiable, profesional y de respeto. Sucedió durante el último proceso para la renovación de su dirigencia nacional.

Se recordará que esa sucesión del presidente y del comité ejecutivo nacional de Morena se tornó en un larguísimo, complicado y muy conflictivo proceso interno (por lo demás explicable dada la naturaleza caótica y anárquica de Morena) al grado de que el propio López Obrador llegó a amenazar con dejar ese partido si no encontraba una solución. Bueno, pues la solución la vinieron a encontrar en el INE.

Y a decir verdad, para el INE parece que no le representó mayor problema. Porque simplemente consistió en ser algo así como conductor y aval de dos o tres encuestas, levantadas por terceros, mediante las cuales se determinó quiénes fueron finalmente los ganadores de la competencia interna por la dirigencia de Morena. La sola confiabilidad y prestigio del INE fueron suficientes para dar por terminada una cuestión que parecía irresoluble. Que ahora Morena no lo reconozca, es una ingratitud del tamaño del mundo.

Asalta sin embargo una cuestión: ¿fue pertinente y legal esa afortunada intervención del INE en el conflictivo proceso interno de Morena? Pertinente sí, legal no.

El tema amerita un tratamiento completo del mismo, que ahora simplemente por razones de espacio no es posible. Va por lo pronto un rápido apunte: La Ley General de Partidos Políticos sí previene en su art. 45 que el INE intervenga en estos casos, es decir, en la organización de la elección de los órganos de dirección de los partidos políticos. En el caso de Morena, un método para elegir a sus cuerpos directivos consiste en la aplicación de encuestas.

Sin embargo, para que el INE participe en un ejercicio de esa naturaleza la ley exige que el partido solicitante lo debe tener previsto en sus estatutos, así como el órgano partidista facultado para presentar tal solicitud. Y ocurre que los Estatutos de Morena, en ninguno de sus 70 artículos, nada dicen al respecto.

Entonces, por paradójico que parezca, si Morena le llegara a reclamar al INE haber intervenido en esa ocasión en su proceso interno ¡tendría razón!

Aunque seguramente el INE habrá invocado algún fundamento -sin duda discutible- para justificar en su momento tal intervención, por lo pronto procede decir de Morena: Qué malagradecidos son.

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Escrito en: Editorial Juan Antonio García Villa

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