
El andar poético de Cristina Rivera Garza
Espera que este volumen sea una poesía reunida y no una poesía completa, pues su camino por los versos sigue extendiéndose sobre folios. La escritora mexicana Cristina Rivera Garza (Matamoros, 1964), catedrática de la Universidad de Houston, visita el país para promocionar su reciente libro Me llamo cuerpo que no está (Alfaguara, 2023), el cual reúne 18 años de su ejercicio poético.
“Mi primer premio fue un premio de poesía, el concurso de Punto de Partida (1985) hace muchos años”.
Rivera Garza, quien no ha cesado de obtener premios y reconocimientos literarios en los últimos años, muestra aquí sus cinco libros de poesía: Los textos del Yo (2005), La muerte me da por Anne-Marie Bianco (2007), El disco de Newton. Diez ensayos sobre el color (2011), Viriditas (2011) y La imaginación pública (2015). El hilo conductor entre ellos arroja un notorio interés por la exploración del cuerpo.
Pasos en poesía
La escritora recuerda en la secundaria, en el taller de taquimecanografía. Allí le permitieron transcribir textos literarios y para ello eligió un volumen de Ramón López Velarde que habitaba en su casa. Sonríe en la pantalla de la videollamada, en medio del bullicio de un restaurante en Ciudad de México; espera que algo de esa poesía se haya quedado dentro.
“En aquellos primeros años leí con mucho entusiasmo, incluso con reverencia y curiosidad, la obra de Rosario Castellanos. Evidentemente también a los grandes de la poesía latinoamericana. Entre todos tengo un gran recuerdo de César Vallejo. Y recientemente he estado poniendo mucha atención a las vertientes más experimentales de la poesía”.
Está interesada por la poesía documental y aquella interesada en el cruce de géneros, con la capacidad de dialogar con el ensayo y con las artes visuales. Cita la obra de Theresa Hak Kyung Cha, escritora coreana autora del libro Dictee (1982), el cual cuesta trabajo clasificar y al que define como un gran libro de poesía.
En lecturas más recientes, menciona al poemario Hydra Medusa (2023), del anglojaponés Brandon Shimoda, que todavía no se traduce al español, pero que es el tipo de libro que siempre la seduce: aquel que brinda una reflexión intelectual sobre los ancestros.
Por eso, al momento de responder si la poesía es un lugar que se habita o se abandona, Rivera Garza indica que es un lugar que se problematiza y cita a la poeta norteamericana Lyn Hejinian: “la poesía es el lenguaje con el que se investiga el lenguaje”.
El andar poético implica una labor de investigación, de riesgo y de tocar límites. En sus proyectos, a Rivera Garza le resulta de vital importancia plantearse un continúo cruce de interrogaciones sobre los géneros literarios, por eso su poesía transporta ecos de su obra narrativa y viceversa.
“Ahora que veo estos cinco libros en conjunto, desde La más mía de 1998, hasta La imaginación pública de 2015, veo una correspondencia, como si estos libros fueran una especie de rayos equis de lo que aparece en la narrativa, pero está también muy anclado, muy centrado en preocupaciones que tienen que ver con el cuerpo […] Para decirlo como historiadora, yo creo que es una relación dinámica que va de un lado a otro”.
Exploración del cuerpo
“Es una tarea bien ingrata esta, de ver lo que uno ha escrito”. Hacer un recuento de su vida le muestra cosas de las que quiere hablar, otras de las que no y otras que cambiaría si tuviera oportunidad. Reunir experiencias tan disímiles le ha permitido encontrar vasos comunicantes.
“Por eso escogimos ese título, este enigma de saber cómo nos volvemos cuerpo, cómo nos volvemos género, cómo somos interpelados y afectados por otros cuerpos. Creo que va de inicio a fin”.
Dice que por fortuna ha sido varias escritoras a lo largo de su carrera. En ella aflora una capacidad de reinvención al momento de iniciar un nuevo proyecto literario. Considera que ese acto tiene más dificultad que la propia acción de escribir. Si bien es cierto que sus preocupaciones se mantienen, se registra una serie de mutaciones que responden a momentos en específico.
“En uno de los libros incluidos aquí, que es ¿Había estado usted en el mar del norte?, hay una exploración del cuerpo, pero muy relacionado con la frontera. También es un libro muy apegado al territorio tijuanense y creo que como fue escrito, como lo escribí en un blog, también una presencia muy única de los componentes: mis amigos se convirtieron en personajes, en muchos comentarios en el blog. Digamos que ahí está también el cuerpo de la tecnología, no solo el cuerpo humano”.
Respecto a La imaginación pública, hasta ahora su último libro de poesía, asegura que la preocupación por el cuerpo continúa, pues en él explora enfermedades padecidas por ella misma, solo que en lugar de tratarlo desde el yo, lo hace desde el lenguaje de Wikipedia.
“Está esa liga que hila a libros muy distintos y por fortuna también está esa mutación, esa diferencia”.
Como menciona en una imagen que dormita en este compendio, Cristina Rivera Garza se percibe como una hoja temblando al momento de escribir, pues la acumulación de experiencia le marca el reto de desaprender y alejarse de sus mecanismos automáticos.
“En ese sentido es mucho mejor siempre ser esa hoja que está temblando, que está siendo vapuleada y que está tratando de danzar con el viento alrededor, que ser este tallo tal vez demasiado establecido. Para mí ese es el reto: cómo le hacemos para desdecir, desaprender, para que un libro sea realmente una propuesta, un recorrido distinto”.
Me llamo cuerpo que no está es también el registro de Rivera Garza sobre el cuerpo femenino y las violencias a las que es sometido. Su madre y su hermana Liliana se asoman en algunos de sus versos y el volumen cierra con un poema dedicado a la activista Marisela Escobedo, asesinada en Chihuahua en el año 2010.