Están los sin rumbo,
junto a los bien dirigidos.
Los hay, muy atrevidos
al igual que precavidos.
Muchos aguerridos,
otros tantos extrovertidos.
Que flotan en la superficie
o navegan en submarino.
Los que con o sin motivos,
permanecen compungidos.
Los hay, muy coloridos
y otros tanto, entristecidos.
Negados y desentendidos,
con coraza y bien curtidos.
Estimulados por lo "prohibido"
o arrinconados y dolidos.
Hay puros mezclados híbridos,
dinámicos y detenidos.
Oxidados y carcomidos.
Más directos que diferidos.
Algunos bien merecidos,
otros, perdidos por perdidos.
Los que se comieron la cancha
y solitos ganaron su partido.
Reprimidos y agradecidos.
Con certezas y temidos.
De fervorosos latidos,
perezosos y dormidos.
Los que se han convertido
permanecen suspendidos.
Los engrandecidos,
frente a los encogidos.
Desdichados y bendecidos.
Insensibles o conmovidos.
Los que fueron seducidos,
presumen enardecidos.
A quienes han promovido,
pese a un acto fallido.
Los que viven enfurecidos,
con espinas o bien pulidos.
Frente a lo intempestivo,
huyen despavoridos.
Permanecen los desmedidos,
pasando por inadvertidos.
De emociones concurridos.
Los admitidos, los excluidos.
Los hay, agradecidos,
racionales y sacudidos.
Ardientes y encendidos
bárbaros e instruidos.
Embravecidos y transgresivos
pasionales, mis preferidos.
Conviven rotos y descosidos,
enteros o partidos.
Pero todos, en igual sentido,
continúan su recorrido,
procurando su cometido.
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