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Transiciones

JOSÉ EDGAR SALINAS URIBE

Durante meses parte de la discusión pública giró en torno a la pretensión del ejecutivo federal de lograr una reforma eléctrica. Para tal efecto se organizaron mesas de escucha y debate en el marco del Parlamento Abierto impulsado por el legislativo nacional. Hace pocas semanas se dio el debate final, al menos en los términos y los plazos propios del poder legislativo, con el resultado ya conocido. El posicionamiento de una narrativa polarizante hizo que la discusión de fondo se limitara a las descalificaciones políticas y no a lo que necesariamente está en juego.

En nuestro país suceden tantas cosas a la vez que, pese a la relevancia del tema, quedó ya guardado en el anecdotario político porque la coyuntura ha traído en cascada otros acontecimientos. De alguna manera esta vuelta a la página obedece también a que la resolución de la votación zanjó el debate político, pero ello no debería ser sinónimo de cesar la reflexión al respecto. Insisto, menos tratándose de un tema estrechamente ligado a la principal amenaza a la dinámica social y económica como lo es el cambio climático. En efecto, al final del día, una discusión y reforma en ese tema impacta directamente en la contribución del país a la mitigación de los efectos por el cambio climático.

Desde esta perspectiva la discusión que se tuvo es un buen contexto para reflexionar sobre las transiciones de un paradigma social a otro. En el caso que nos ocupa de fondo había un entendimiento, o varios, de la necesidad de poner rumbo a la transición energética en México, así como su formato, alcances y tiempos. Es ineludible, si es que queremos mantener la posibilidad de un mundo con futuro y sostenible, que en los años por venir asistiremos a un conjunto de transiciones energéticas a nivel global. Ya algunos países han dado pasos significativos en ese sentido a fin de disminuir la necesidad, o al menos la relevancia que ahora se tiene, de recursos fósiles para la producción de la energía que necesitamos para mover al mundo así como lo conocemos.

En ocasiones suele simplificarse demasiado la solución a un problema social. Hay quien piensa que el diagnóstico es suficiente para decretar el cambio con la primera solución que se viene a la cabeza. Generalmente el pensamiento lineal supone que solo se trata de un cambio de una cosa por otra cuando en realidad un cambio solo es posible a nivel de un sistema. Cambiar solo una cosa del sistema puede modificarlo, pero no cambiarlo y, en no pocas ocasiones, quizá empeore la situación.

Usemos el ejemplo de las transiciones energéticas para mostrar lo anterior. A lo largo de la historia humana ha habido varias transiciones energéticas. Imaginemos desde el uso del fuego hasta la producción atómica, desde los gigantes que El Quijote vio hasta los modernos aerogeneradores. Sin embargo, la irrupción de una nueva tecnología- un factor-, no significa en automático la transición. Para que esta se presente, es necesario que los componentes de un sistema cambien su significancia y su peso relativo. En el caso del petróleo, le tomó más de cinco décadas convertirse en una fuente significativa para la producción de energía. Al gas natural le tomó otro tanto convertirse en la fuente que representa poco más del 25 por ciento dentro de las fósiles.

¿Por qué toma tanto tiempo? Porque en algo tan complejo no basta la presencia de la nueva tecnología, es necesario reordenar el sistema. En el caso del ámbito energético, la transición hacia el uso de fuentes renovables implica pensar y estructurar oportunidades laborales para la cadena productiva de las actuales fuentes. Implica también pensar qué será de las ciudades o poblaciones que actualmente son posibles como centros de producción o transformación de esas fuentes. Por eso cada mes o cada año de retraso en la puesta en marcha de las transiciones energéticas significa mucho más tiempo para preparar las migraciones laborales, urbanas, productivas, etcétera que le son complementarias. No hay cambios sociales de la noche a la mañana sino transiciones. Pero estas no existirán si no se dan por iniciadas y solo se patea el bote exponiendo a prisas y dificultades mayores a las siguientes generaciones.

@EdgarSalinasU

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Escrito en: José Édgar Salinas

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