El desgastante deporte de las elecciones al que está sometida La Laguna por su condición geográfica ya tiene calendario 2023. Se recordará que hace un año se realizaron las de presidencias municipales y del Congreso estatal en Coahuila, mientras que a principios de este mes se llevaron a cabo las de gubernatura y alcaldes en Durango. Ya entrados en listas, téngase presente el 2024 con la elección federal y, bueno, para quien le parezca poco, en 2025 otra vez en Durango, y la cuenta podría seguir. Para que el bocado no sea muy grande, y a cada año le baste la suya, por ahora es suficiente con señalar la próxima estación: junio de 2023 en Coahuila (y sí, estamos a menos de un año).
Dentro de poco menos de doce meses, en Coahuila habremos de elegir a la persona que encabezará el gobierno estatal los siguientes seis años y también a quienes ocuparán las curules del legislativo en la entidad. Pese al cansancio que pueda tener la ciudadanía ante la dinámica que generan las constantes elecciones y su anual recurrencia, es evidente que los partidos políticos y los equipos de profesionales de la política y la movilización electoral ya están en lo suyo, es decir, la preparación de la siguiente fase, como son la organización de equipos, la ruta para las elecciones y negociaciones internas y entre partidos, los incentivos dulces y agrios para los actores clave, la permanente afinación de las estructuras, etcétera.
Con la información publicada hasta ahora, todo indica que en la boleta para gobernador en Coahuila se decidirá por uno de tres candidatos toda vez que, también con lo publicado hasta ahora, pareciera que en el Estado de México la disputa será entre candidatas. En la llamada tierra de los dinosaurios, esos tres candidatos representarán a dos coaliciones, una encabezada por el PRI, otra por Morena y el tercer recuadro sería el de un MC empecinado en su estrategia de ir solo en este tipo de elecciones. En la práctica la contienda será entre dos candidaturas a juzgar por lo que muestran las encuestas hasta ahora. Como fenómeno social pudiera darse una sorpresa en la contienda, pero no es visible con lo datos actuales. Más bien todo apunta a la disputa entre la coalición liderada por el PRI y la encabezada por Morena.
Más allá de la definición respecto de los candidatos que presenten por ahora puede ser interesante preguntarse por la narrativa que tratarán de posicionar las coaliciones. Para la coalición del actual partido en el poder estatal hay elementos valiosos de posicionamiento, como la seguridad pública, rubro en el que en todos los indicadores de violencia de alto impacto se encuentra mejor que en los promedios nacionales. Sería muy extraño que en los próximos meses se suscitaran situaciones que rompieran con la relativa estabilidad de estos años en ese tema. Otro aspecto favorable para su posible narrativa son las condiciones que han propiciado, a nivel entidad, inversiones muy por encima de las presentadas en el resto del país, situación coronada con la tercera posición como entidad más competitiva del país de acuerdo con el IMCO y lo que eso significa en empleo e ingreso.
Frente a esto, la coalición opositora difícilmente podrá argumentar mejores opciones en seguridad pública y condiciones de inversión. Pero queda la veta que han usado algunos de sus aspirantes a la candidatura: el peso de la deuda pública estatal que está entre las cuatro que a nivel nacional superan los diez mil pesos per cápita y el tufo de corrupción que le dio origen a un pasivo que sigue tan pesado como desde el inicio, condicionando significativamente las finanzas públicas estatales. La pregunta será si lograrán presentar una oferta de mejor administración del pasivo y compromisos para evitar la corrupción.
Se comprende que sea cansado estar cada año con el ancla de las disputas electorales en la región, pero no se negará que la de Coahuila será una elección con mucho interés y en la que Morena le disputará palmo a palmo el territorio al que se presenta públicamente como el mejor PRI de México.
@EdgarSalinasU
