EL EMINENTE FILÓSOFO YA NO ES FILÓSOFO.
¿Por qué dejo de serlo?
¿Acaso se convenció de la futilidad de sus disquisiciones?
¿Llegó a la conclusión de que no es la misma cosa el pensar con el ser?
¿Adoptó un pragmatismo radical que exalta la acción y menosprecia la reflexión?
No.
El eminente filósofo dejó de ser filósofo porque empezó a dolerle una muela.
Ese acerbo dolor lo apartó de todas sus filosofías.
Ahora maldice en su interior y se da a todos los diablos por lo que le sucede.
El eminente filósofo ya no es filósofo eminente.
Ni siquiera es ya filósofo.
Es sólo un pobre hombre al que le duele una muela.
¡Hasta mañana!...