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Las palabras tienen la palabra

Santos por aquí y por allá

JUAN RECAREDO.-

Un santo es un ser perfecto y libre de toda culpa, aunque ya el concepto se encuentra muy devaluado, la verdad es que los santos tienen una gran presencia en la historia y en la geografía mundial.

Muchas ciudades importantes en el mundo llevan por nombre el de un santo. Nada menos aquí cerca de mi querido Monterrey e integrados a su zona metropolitana se localizan San Pedro Garza García y San Nicolás de los Garza, aunque debo aclarar que son nombres compuestos porque no falta un visitante que al conocer San Pedro Garza García exclame: “¡Vaya, hasta que supe como se apellidaba San Pedro!” Para nada.

Nombres de santos tienen también ciudades tan importantes como: San Diego, San Francisco, San Antonio y San José de Puerto Rico, entre muchas otras.

Santiagos hay por todas partes, y lo más curioso es que sus habitantes quieren tener un gentilicio diferente.

El gentilicio es el adjetivo que indica procedencia y los de Santiago de Chile se ostentan como santiaguinos, mientras que los de Santiago de Compostela, ciudad española, se dicen santiagueses. A los que nacieron en Santiago de Cuba les gusta decir: “¡yo soy santiaguero, chico, y no me confunda má, caballero!”

A los de Santiago del Estero en Argentina les dicen santiagueños igual que a los de Santiago, Panamá; y nosotros tenemos también una risueña y pintoresca población cercana a Monterrey que se llama Santiago, Nuevo León y a sus habitantes les decimos “güeros” porque ahí abundan los rubios. Y ya no le sigo porque abundan los Santiagos y el espacio se me acaba en un santiamén.

Por cierto, ¿qué es un santiamén? Pues una forma de unir el principio y el final de una plegaria que generalmente empieza con la invocación a un santo y termina con la palabra amén que significa “así sea”. Un santiamén sería entonces una oración tan corta que uniera el principio con el final y por eso la palabra se utiliza como sinónimo de un instante, un período muy breve.

No me voy sin antes mencionar a Sancho, un nombre español que se atribuye a alguien que procede de un lugar santo. En México se le conoce genéricamente con ese nombre al individuo que se dedica a complacer sensualmente a la señora casada, suplantando funciones que deberían ser exclusivamente del marido.

Ahora ya hay también quien a ese “Sancho” le llama “González” … porque es el que llega cuando tú sales.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected] Twitter: @donjuanrecaredo

ME PREGUNTA Víctor Sáenz: “En un discurso, el gobernador dijo ‘atrayera’. Yo creo que lo correcto es atrajera ¿o puede decirse de las dos maneras?”

LE RESPONDO: El pretérito en tercera persona del modo subjuntivo del verbo atraer es atrajera o atrajese. “Atrayera” es incorrecto.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: La esperanza es un cheque firmado a favor de la felicidad. El problema surge cuando resulta que no tiene fondos.

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