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Las palabras tienen la palabra

Aprender a decir adiós

JUAN RECAREDO

Las personas y las cosas no son eternas; algún día se van, la vida tiene esa naturaleza finita. "Nada es eterno, todo es pasajero" es una frase hecha que nos va bien aquí, y si lo pensamos muy bien, tendremos que aceptar que en realidad no somos dueños de nada ni de nadie.

La vida se nos presta un ratito, así que cada día es un auténtico regalo. Todo lo que viene junto con ella también es prestado: nuestros seres queridos, la familia, los amigos, los bienes materiales, nuestros logros, todo lo que hemos aprendido y conocido. Lo que es nuestro no nos pertenece. "¡Uh que la canción! ¿Y entonces de qué se trata?" Espere, no se me desespere.

Lo que hoy quiero comentarle es que es difícil decirle adiós a las cosas y a las personas porque creamos un gran apego hacia ellas y eso nos hace sentir protegidos, arropados... menos vulnerables, por lo que es menos probable que algo pueda lastimarnos, ¿verdad? Tiene sentido, por eso le tenemos tanto miedo a soltar, a dejar en libertad, a la pérdida personal.

Sin embargo, también es un hecho que al bloquear la vulnerabilidad también le cerramos la puerta a todo lo nuevo, que, siendo desconocido, no sabemos si es bueno o malo. Para saber apreciar los regalos que nos llegan a cada segundo de nuestra existencia hay que estar diciendo adiós todo el tiempo. Solamente aceptando la irrenunciable caducidad de lo que nos rodea -y de nosotros mismos- podremos abrir los ojos a una vida que ofrece grandes dones hasta en las situaciones más difíciles.

Insisto, no es fácil decir adiós. Perder a un ser querido es muy doloroso, pero es una situación que tendremos que vivir varias veces y no podemos evitarlo. Aprender a decir adiós con anticipación es aceptar la fragilidad de la vida y su temporalidad, además de que hacerlo nos permite disfrutar al máximo a la persona que aún está con nosotros. Esta aceptación de la eventual muerte como parte de la vida nos permite obtener un nivel de gratitud superior en el que vemos todo con una óptica más optimista. En este nivel de gratitud, hasta la trágica despedida es una bendición que nos acerca más a nuestro auténtico espíritu.

Me parece importante que lo tengamos presente. Por más difícil que sea, debemos liberar el espacio necesario despidiéndonos de aquello a lo que le ha llegado la hora de irse. Hagamos lugar para lo nuevo que pronto llegará… es un hecho que, mientras tanto, nos sentiremos vulnerables y un poco desprotegidos, pero así estaremos viviendo conscientes de la verdadera fragilidad de la vida.

Y ya sin tanto miedo a las despedidas, con ese pensamiento aprovecho para despedirme, pero sólo para reencontrarnos pronto en un próximo comentario. ¡Adiós!

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.

[email protected] Twitter: @donjuanrecaredo

ME PREGUNTA Adhara Sánchez: Sobre la palabra "huésped", ¿cuál es su significado y cuál es el femenino?

LE RESPONDO: Originalmente la palabra "huésped" significaba "persona que da alojamiento a otra", pero luego se le dio el sentido de "persona que se aloja en la casa de otra". Sin embargo, ya casi no se usa con el primer significado, para evitar confusiones. La forma femenina es "huéspeda", y aunque sigue estando aceptada, prácticamente no se usa y se prefiere usar "la huésped".

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Todo empieza con un simple "hola" y termina con un complicadísimo "adiós".

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