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No hagas cosas buenas...

La inflación

ENRIQUE IRAZOQUI

Escalofriante lo que sigue sucediendo en otras latitudes del país respecto a la espiral de violencia que parece no tener fin.

Solo por enumerar tres casos: apenas unos días atrás la principal ciudad turística del estado de Chiapas, San Cristóbal de las Casas, fue asolada por un prolongado espacio de tiempo por una serie de pistoleros que en el afán de amedrentar a la población en general y quizá a sus rivales, a bordo de motocicletas o incluso a pie, detonaron sus armas de repetición bajo la encomienda de recuperar el denominado mercado norte de esa otrora apacible ciudad turística colonial. En tanto los maleantes sembraban el miedo y la zozobra las autoridades estatales de aquel sureño estado tardaron 4 horas en hacer acto de presencia con las fuerzas del orden; no obstante, la capital, Tuxtla Gutiérrez, está a menos de una hora por carretera del lugar.

Por otro lado, un asesino miserable se apersona en solitario en un llamado tianguis de los lunes en el centro de Celaya, Guanajuato y a quemarropa le dispara a un hombre, líder de los vendedores de ese mercado, arrebatándole la vida, al tiempo que el homicida grita arengas sobre el poder que tiene el Cártel Jalisco Nueva Generación sobre el lugar.

Un tercer hecho y quizá aún más conmovedor por la investidura de dos de las tres víctimas fue el hecho ocurrido en el poblado de Cerocahui, ubicado al suroeste del estado de Chihuahua, donde dos sacerdotes jesuitas, de nombres Javier Campos y Joaquín Mora, fueron ultimados junto al guía de turistas Pedro Palma por un malandro regional de nombre José "N", alias "el Chueco", líder el grupo denominado "Los Salazares", supuestos aliados del Cártel de Sinaloa.

La información disponible señala que el Chueco en 2018 había sido señalado como el autor del asesinato de un turista estadounidense, y el entonces gobernador de Chihuahua, Javier Corral, había aseverado que recibiría su castigo por el crimen cometido. Cuatro años después, lejos de haber sido sometido, el victimario de los curas no tenía empacho en que, entre sus actividades púbicas, tenía un equipo de béisbol que recientemente había perdido un partido, motivando la furia del sujeto que desencadenaría una serie de acciones que terminarían con la muerte del par de curas y del guía.

Se podría abundar que el mes de mayo pasado se rompió el récord de este sexenio en cuanto al número de homicidios dolosos en el país, con 2 mil 833, dando cuenta de que el actual Gobierno federal lejos está realmente de disminuir la violencia, que cada vez asola con mayor crueldad más partes del territorio mexicano -por fortuna, Coahuila y Durango son ahora lugares que están lejos de padecer lo que se vive en otras latitudes-.

Aun con este lamentable e imperdonable estado en el que se encuentra la seguridad pública nacional, al presidente Andrés Manuel López Obrador el fracaso de su administración en este renglón lo tiene sin cuidado; su popularidad sigue gozando de grandes niveles de aceptación y su capital político aunado al desprestigio del PRI y del PAN le tienen casi garantizada su sucesión en 2024.

Sin embargo, y no obstante el aparentemente impenetrable teflón que tiene su persona ante cualquier ataque y mal desempeño de su Gobierno, López Obrador puede sufrir un daño que quizá ahora le arrebate ese injusto manto de invulnerabilidad, y del que paradójicamente él no tiene culpa alguna: la inflación galopante que se vive en el mundo y por consiguiente en México.

La pandemia del COVID-19 detuvo las cadenas de suministros y a más de dos años de decretada la crisis sanitaria esta ha amainado lo que ha reactivado la demanda, que, al no encontrar la oferta suficiente por la interrupción de la producción, ha disparado los precios.

A ello se le suma la invasión de Rusia a Ucrania, que ha provocado entre otras muchas cosas un disparo en el precio del petróleo, con lo que esto significa...

Todo esto ha provocado una burbuja inflacionaria que se dice oficialmente está al casi 8 %, pero que al ir a los supermercados se sabe que, al menos en el renglón alimenticio, la espiral es mucho mayor y, como siempre sucede, las calamidades generales suelen azotar con mayor fuerza a los pobres, particularmente en un proceso inflacionario.

Así pues, López Obrador puede minar su capital nada menos que la temida inflación.

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Escrito en: editorial Enrique Irazoqui editoriales

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