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RAFAEL ROSELL

Para dimensionar el tamaño del fracaso de Santos Laguna es proporcional a las facilidades e infraestructura de las que goza una de las nóminas top five de nuestro futbol. No hay excusas para el futbolista y cuerpo técnico, tienen a su disposición absolutamente todo lo que necesitan para optimizar su trabajo y el no poder ser ni siquiera lugar doce es inadmisible. Pocas instituciones proveen de todo lo necesario a un equipo como Santos Laguna, decenas de personas investigan y hacen proyecciones basadas en estadísticas para darle una mejor idea al entrenador en turno para competir de manera importante.

Pero todo queda atrás cuando silba el árbitro, de ahí en adelante todo depende de las capacidades humanas y si los jugadores no andan, no hay estadística, ni gráfica que valga, si Lozano, Suárez, Harold y Gorriarán, extranjeros claves para el funcionamiento del equipo se caen de manera dramática a la hora cero, a la hora importante, cuando se vislumbraba la calificación mínimo el repechaje, deciden jugar absoluta basura los últimos cuatro partidos, quizás hoy en San Luis mejoren pero, para maldita la cosa.

Desde el viernes con la victoria de Mazatlán FC sobre la tambaleante Franja, los Guerreros vieron consumada la humillante realidad. Ese espejismo que se vivió en los primeros seis juegos dirigidos por Eduardo Fentanes, donde ganó cuatro y empató uno y que hizo alimentar la esperanza de no solo meterse a la repesca si no con la posibilidad de alcanzar la liguilla.

En esa racha de seis partidos, Gorriarán asumió el rol de comandante en la creatividad del equipo, Leo Suárez y Harold Preciado formaron un tándem que por un momento nos hizo recordar a los grandes combos históricos de este equipo, Torres y Dória centrales impasables por aire y por tierra, bueno hasta Emilio Orrantia hizo destacar su juego.

Los chavos en lo suyo, jugando y aprendiendo, y de repente…como diría Emmanuel, todo se derrumbó, y de qué manera, todas las telarañas que se habían espantado del cerebro cuando Pedro los hacía un lío con su trasnochado discurso, regresaron y volvieron a nublar el cerebro de los principales integrantes de la escuadra comarcana. Otra vez la interminable cadena de pases equivocados, otra vez los monólogos de Brian Lozano interpretando un futbol vertiginoso que el solo entiende y se convirtió en una máquina de equivocar pases.

Harold llegando a las citas en el área, pero incomprensiblemente errando de cara a gol, Félix volvió a ser el vacilante defensa, falto de confianza en sí mismo y por ende regresaron las patadas hasta costarle ver la roja. Dória batallando un mundo en campo abierto, eso sí, siempre dejándose la piel en cada jugada. Leo Suárez que parecía en plena resurrección después de su salida del América tendió a desaparecer también en los momentos cruciales. Gorriarán terminó por olvidar sus funciones como contención y no pudo con la responsabilidad de la creatividad, para acabar en un limbo futbolístico.

Y así, el resto del plantel cayó en un desorden, donde cada quien jaló para donde le pegó la gana sin poder compactar el equipo, todos tenían sus ideas propias y el conjunto se le desintegró a Lalo. Buscar las razones para entender semejante fracaso pueden ser varias, le podemos buscar ruido al chicharrón o buscarle tres pies al gato o la cuadratura al círculo, (se me agotaron las frases comunes) la razón es simplemente una, despedir a Guillermo Almada y apostar por un entrenador caído en desgracia, con la esperanza de reverdecer laureles (otra frase gastada). Alejandro Irarragorri, presidente de Orlegi Sports, a pregunta expresa de un servidor sobre la salida de Almada asumió toda la responsabilidad de la decisión, argumentando como en las causales de divorcio, diferencias irreconciliables.

Lo de Caixinha fue un desastre, lo de Fentanes al frente del equipo fue como aquellos enfermos graves que se recuperan por un momento para luego recaer hasta el desenlace. Nos ilusionamos por un momento con lo que hacían Fentanes, Tapia y Figueroa pero la realidad los golpeó, la unidad que demostraron los futbolistas fuera de la cancha, la comunión con su cuerpo técnico desgraciadamente ya no se pudo reflejar en la cancha en los momentos cruciales y se terminó por sucumbir en la más espantosa mediocridad. Vendrán las decisiones, esperaremos salidas y llegadas y lo más importante, que pase mucho, pero mucho tiempo para que un fracaso tan estrepitoso se vuelva a repetir.  

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