La final de vuelta del futbol mexicano que se desarrolló en el estadio Azteca en la Ciudad de México, obligó que los laguneros la presenciaran desde las pantallas de los restaurantes, bares y en sus hogares, pretexto perfecto para estar en familia y con amigos. (EL SIGLO DE TORRÉON)
La final de vuelta del futbol mexicano que se desarrolló en el estadio Azteca en la Ciudad de México, obligó que los laguneros la presenciaran desde las pantallas de los restaurantes, bares y en sus hogares, pretexto perfecto para estar en familia y con amigos.
Para ello, las autoridades de seguridad de los tres niveles de gobierno continuaron con el megaoperativo para resguardar la integridad de las personas, así como de los edificios del primer cuadro de la ciudad de Torreón, epicentro de los festejos.
El encuentro del pasado jueves con el gol de ventaja de la “máquina celeste” no auguraba un buen pronóstico para los Guerreros, pero eso no impidió que la afición se reuniera para anhelar la séptima estrella.
Al caer la noche, una tolvanera, “lluvia lagunera”, fue el escenario en que los elementos de seguridad se desplegaron por la región, y los aficionados empezaron a pintar de verde y blanco los bares y restaurantes, que se se llenaban al cupo permitido, pues los ojos de los inspectores estaban en ellos para evitar cualquier contratiempo. Las reglas sanitarias contra el COVID-19 seguían vigentes.
Gol de la región esperanza
Al minuto 36, el Azteca calló, mientras en La Laguna todos vibraron con el gol de la esperanza de Diego Valdés. El global se había empatado.
El júbilo no cabía entre el aficionado guerrero, todos se hermanaban.
Al silbatazo de la segunda parte de la gran final, la presidencia municipal, el cerro de las Noas y otras edificaciones brillaban al color del verde, pese a la lluvia de tierra que aún estaba presente.
Al corredor comercial de la Morelos cada vez se hacía más pequeño ante el número de aficionados que lo empezaron a llenar.