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Urgen en la UNAM cambio desde abajo

SANDRA MARTÍNEZ AGUILAR

A pregunta expresa en la conferencia matutina del pasado jueves 7 de octubre, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo tres señalamientos importantes respecto de la vida en las universidades públicas. Uno, que son las propias comunidades quienes deben impulsar reformas en cómo se manejan los recursos, ya que el Gobierno federal debe respetar sus autonomías. Dos, que al igual que, como en los sindicatos existen líderes charros, en las universidades públicas existen mafias que dominan en ellas y, tres, que no se entiende por qué las universidades públicas no han regresado a las aulas, si tanto trabajadores como los estudiantes ya están vacunados y que esto le parece tóxico y un atraso.

El rector de la UNAM, Dr. Enrique Graue, respondió de inmediato que "La UNAM ha sido y es una institución educativa que cuenta con una estructura horizontal tanto para sus decisiones académicas como para la administración y supervisión de los recursos públicos". También dijo que "reconoce la necesidad de regresar a las actividades de manera presencial, lo que ha sucedido respetando los acuerdos tomados por los consejos técnicos de las diferentes escuelas y facultades". El rector aseguró que "la UNAM no se detuvo un solo día...".

Respecto de la horizontalidad en la toma de decisiones en la UNAM, es altamente cuestionable en virtud de cómo se lleva a cabo la elección de los integrantes de sus órganos de Gobierno y de las cuentas no tan claras que rinden a la comunidad. Sus autoridades se reproducen prácticamente de forma endogámica. La Junta de Gobierno elige al rector y a los directores, quienes integran exprofeso al Consejo Universitario (CU) y este elige a los integrantes de la Junta. Aunque en el CU también participan profesores y alumnos votados por sus comunidades, su participación se diluye por la nula rendición de cuentas que se les exige.

En la elección de representantes profesores y alumnos de varios de estos órganos de Gobierno que está en marcha en estos días, se pone en evidencia la crisis de institucionalidad y de legitimidad de estos procesos. En una universidad que ha tardado en organizarse para el regreso a las aulas, con una comunidad disgregada y desmovilizada se elegirán mediante votaciones electrónicas a los representantes de profesores y alumnos ante el CU y ante los consejos técnicos de varias dependencias universitarias.

Es en la elección de representantes a los Consejos Técnicos de Facultades y Escuelas donde se manifiesta la mayor exclusión para los profesores porque, para ser elegible a este órgano, se debe ser profesor definitivo, categoría que detenta alrededor de la cuarta parte del personal académico, debido a que la UNAM, en transgresión a lo establecido en sus estatutos, no abre concursos para que sus profesores obtengan la definitividad o los abre a cuentagotas por la movilización de sus profesores.

El rector Graue también dijo que se ha regresado a las aulas respetando los acuerdos tomados por los consejos técnicos. Aquí también dice verdades a medias. Los consejos técnicos tomaron acuerdos con base en lineamientos emitidos por Rectoría, los cuales se dijo, estaban basados en información generada por el grupo de expertos de la UNAM que ha dado seguimiento a la pandemia. Así que en realidad no había mucho margen de discusión.

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