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Las tres pistas de López Obrador

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

En los años recientes la popularidad en la política se ha convertido en el elemento esencial para evaluar a los gobernantes y de paso para definir las preferencias electorales entre los candidatos en contienda.

No existe, al menos no públicamente, una medición global con cierto grado de ponderación y sofisticación que valore con objetividad y precisión la labor integral de los políticos en el poder.

Sí existen indicadores diversos que ayudan a evaluarlos, pero no una calificación que sea completa y objetiva. 

De esta manera tenemos gobernantes carismáticos que logran penetrar en el ánimo de los ciudadanos porque realizan acciones populares, pero que en otros renglones como la economía, la seguridad y la calidad de vida son un fracaso.

Por el contrario existen políticos eficientes y exitosos que elevaron el bienestar de sus gobernados y mejoraron la seguridad y la educación, pero son etiquetados negativamente porque no son buenos comunicadores o porque fallaron en alguna acción de gobierno.

Ante esta realidad urge encontrar sistemas de evaluación integrales para que los gobernantes además de rendir cuentas a su ciudad, estado o país, reciban una calificación objetiva que los coloque en una justa dimensión y responsabilidad.

Un ejemplo: en las últimas semanas varios gobernadores dejaron sus cargos en estados mexicanos, algunos con alto grado de popularidad a pesar de haber dejado vacías las arcas de sus erarios y una estela de conflictos. 

Ellos gozan ahora del prestigio y de los buenos ingresos que obtuvieron en seis años, pero los ciudadanos sufrirán su mal desempeño y no hay poder humano que a toro pasado los obligue a corregir sus fallas.

Quizás por ello decía y decía bien el ex primer ministro británico Winston Churchill que "la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás". 

En el gobierno de Andrés López Obrador vivimos la realidad antes mencionada, tenemos un gobierno con infinidad de errores y tropiezos, pero con un presidente que conserva altos niveles de popularidad y que son suficientes para aferrarse a muchas de sus acciones y a no corregirlas.

Al mismo tiempo su partido logró avanzar en las pasadas elecciones en todo el país con excepción de la Cámara de Diputados y la Ciudad de México, en donde de todas maneras conserva una cómoda mayoría de posiciones.

En tanto se desarrolla un sistema de evaluación competente intentaremos a continuación calificar el régimen morenista cuando está muy cerca de cumplir los primeros tres años en el poder.

Emulando al afilado y tenebroso Brozo vamos a ubicar al sexenio en tres pistas como en los buenos circos. 

En la pista central y "para respetar la investidura presidencial" mencionaremos las acciones positivas más importantes de López Obrador:

La austeridad en el gasto público, su lucha contra la corrupción (con algunas excepciones), el aumento a los salarios mínimos, los programas sociales (también con excepciones), su apertura a los medios (con sus asegures) y la cuidada relación con Estados Unidos, primero con Donald Trump y ahora con Joe Biden. 

En la pista derecha ubicaremos las acciones que no sabemos dónde concluirán, pero de lograr su propósito serán muy redituables para el país:

El Tren Maya, el aeropuerto Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas, la creación de la Guardia Nacional y sus intentos de renovar la eficiencia del poder judicial. En esta pista las dudas abundan así como el gasto invertido, si se logran resultados ¡albricias!, pero sí no será un derroche imperdonable del gasto público.

En la pista izquierda anotemos las acciones fallidas y objetivamente equivocadas del régimen, entre otras las siguientes: 

La cancelación del aeropuerto Texcoco, la contrarreforma energética, la eléctrica recién propuesta, el manejo de la pandemia, la estrategia contra la violencia, la liberación de Ovidio Guzmán, el caso Emilio Lozoya, el manejo de la economía, su obstinada descalificación a quienes critican su gobierno y el cese del programa de estancias infantiles.

Para la pista central la calificación nuestra sería de 8.5 puntos, para la pista derecha un 7 y un 4 para la pista izquierda, el promedio entonces sería de 6.5 lo que significa una aprobación mínima, de panzazo pues.

Si usted amigo lector está de acuerdo con estos números -desde luego subjetivos- hágamelo saber y si no también, el propósito es buscar formas de evaluación reales y objetivas que no se basen solo en la popularidad de los gobernantes. 

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