El pasado mes de septiembre nuestro país vivió una de las peores crisis migratorias. Todos los medios de comunicación referían que en Cd. Acuña, Coah; en frontera con Del Río Texas, se encontraban aproximadamente 15 mil personas migrantes procedentes principalmente de Haití tratando de cruzar a Estados Unidos.
Según información se formó un campamento de personas migrantes en esta ciudad fronteriza, se podía observar en todos los noticieros videos en paupérrimas condiciones de hacinamiento, precarias condiciones de salud y alimentación.
Todo este río de personas esperaba que el gobierno estadounidense pudiera otorgarle la condición de refugiado, personas que por las condiciones sociopolíticas y ambientales que imperan en Haití, deciden arriesgarse a salir de su país de origen. Según entrevista que tuvo una servidora con una mujer haitiana en su paso por Torreón, ella y su esposo tuvieron que pasar/viajar por 10 países para llegar a México.
Es preocupante todo este el despliegue de la seguridad en nuestro país, así como de los agentes fronterizos estadounidenses, que a caballo maltrataban y violentaban a las personas que se encontraban en el campamento. Se pudo apreciar como a golpes con riendas de caballo, agredían a las personas sin importar su género, niño, sin la posibilidad de defenderse.
A consecuencia de esta violencia excesiva, los campamentos en la franja fronteriza de Cd. Acuña-Del Ríos Tx, fueron desmantelados, provocando que estos miles de personas migrantes fueran removidas o deportadas, y de manera inmediata se implementaron medidas de devolución masiva en vuelos a Haití.
Los Principios interamericanos sobre los derechos humanos de todas las personas migrantes, refugiadas, apátridas y víctimas de la trata de personas, establecen que la seguridad en los puestos migratorios debe estar siempre orientada a la protección de las personas migrantes y sus derechos. En este contexto, la fuerza coercitiva únicamente deberá ser utilizada cuando todos los demás medios de control se hayan agotado, de manera estrictamente proporcional y necesaria. Muchas de las personas que integran estos movimientos migratorios tienen necesidades de protección internacional y muchas otras se encuentran en situaciones de vulnerabilidad y requieren de protección especial.
Por lo tanto, México seguirá haciendo el trabajo sucio a Estados Unidos y seguiremos siendo el patio trasero del gobierno estadounidense.