EDITORIAL Caricatura Editorial Columna Astillero Sergio Sarmiento editoriales

Un nuevo arranque al programa nacional es una de las tareas de la nueva Cámara Baja

JULIO FAESLER

Los problemas se han acumulado en los últimos tiempos. A los retrasos que traíamos se sumó la pandemia; sobrevienen el ominoso cambio climático que hay que domar. Los precios del petróleo y de combustibles aumentan afectando el transporte marítimo y carretero. Las cadenas de transporte sabotean los programas de tiempo exacto y al interrumpirse los ritmos de los indispensables "chips" y el retraso en las plantas armadoras automotrices u otras manufacturas complejas se descubre la oportunidad de fabricar en México componentes que estamos importando. La propuesta de AMLO de concentrar energías en la CFE y fortalecer Pemex no ayuda.

Surge carestía en alimentos básicos y las compras mexicanas de maíz, que llegan a más de 17 millones de toneladas este año, escalan a valores inauditos. El secretario de Hacienda tendrá que aguzar su inventiva para hallar las fórmulas mágicas que hagan que el presupuesto, de por sí reducido, rinda más en servicios, particularmente en los políticamente más sensibles.

De aprobarse la propuesta de Presupuesto Federal para 2022 se reduciría en un 30 por ciento lo destinado a las pymes. El presupuesto que recibieron en 2021 fue de 456.7 millones de pesos, y pasaría a 330 millones para 2022.

El presidente de la Coparmex Ciudad de México declaró que esto representaría un golpe fuerte a la economía en general, pero alentó su optimismo diciendo que "sin embargo, el Gobierno federal nos está acostumbrando a trabajar con nuestros propios medios y herramientas, y no nos quedará más que aguantar".

Se aprecia en todo lo que vale el noble propósito del presidente López Obrador de realizar su programa de desarrollo nacional con indispensable depuración. Para realizarlo, empero, es imperativo que en su segundo trienio se asesore por los que más saben de cómo manejar laberintos económicos y equilibrios internacionales.

Las a veces indescifrables decisiones del Gobierno llevan a algunos observadores a convencerse de que el presidente puede estar llevando al país a modelos socialistas y dictatoriales como los de próceres revolucionarios del pasado, como Salvador Alvarado y Tomás Garrido Canabal de Yucatán o Felipe Carrillo Puerto de Tabasco o los idearios de la Universidad Nicolaita en Michoacán de los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Se trataría de ensayar un estado socialista radicalmente distinto al de nuestra historia, respetuoso del principio de la propiedad privada.

El modelo socialista, empero, ha sido ineficaz para favorecer al pueblo y cuantas veces se intentó llevó a su ruina, como la de la difunta URSS o los casos actuales de Cuba, Venezuela o Norcorea.

De ninguna manera nuestras realidades apuntan a perspectivas de solidaridad humana y una sana relación del individuo con el Estado, muy distintas a dictaduras socialistas. Tal horizonte nos queda tan lejos como la trova yucateca de las ruidosas sesiones de un "disc jockey" digital o tan lejos del estado ideal imaginado por AMLO del desarrollo estabilizador de Ortiz Mena.

El remedio al retador panorama de nuestro momento está en que México sea capaz de aumentar drásticamente sus producciones agrícola e industrial, con las que genere los ingresos populares que sostengan la demanda que reínfle la economía nacional. Crear nuevos empleos es de absoluta prioridad.

Pero las condiciones actuales no pueden responder a lo anterior mientras el Gobierno huya de usar los mecanismos adecuados que otros países usan para estimular la producción masiva que dé empleo y reparta bienestar. Ya arrastrábamos la necesidad de crear al menos un millón de empleos anuales. Menos lo lograremos recortando las alas financieras que la aguda necesidad requiere. No es suficiente exprimir a los millonarios morosos, ni reutilizar DEG's, ni agotar fideicomisos y fondos disponibles, ni mucho menos depender de las generosas remesas de compatriotas.

Las inversiones nuevas que se esperan responderán al atractivo de nuestras exportaciones y a la demanda nacional, ahorita aletargada, y que tiene que aumentar. En tanto esto suceda hay que canalizar fondos del exterior en préstamos institucionales o privados respaldados en nueva producción, como lo demanda la Constitución.

Estimular la operación del grueso de la población económicamente activa que las pymes ocupan creará los nuevos empleos que destrabarán la poderosa economía latente. La producción de bienes industrializados, especialmente de componentes que faltan, como por ejemplo los chips, es solo un caso.

Estimular la economía mexicana tiene inmediata incidencia en los intereses de la Norteamérica compartida al lado de los temas de la agenda del próximo Diálogo de Alto Nivel sobre Seguridad entre Estados Unidos y México de esta semana.

Los resultados de las últimas elecciones son un nuevo arranque para el Gobierno y las fuerzas vivas de México que hay que realizar con nuevo espíritu, no la laxitud de Gobierno y empresas que nos dejó donde estamos ni el repetir fórmulas que han confundido más que estimulado.

El trienio puede ser el punto de un nuevo arranque unido.

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2005901

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx