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Lo que hay detrás del aborto

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

En el polémico tema del aborto habría que comenzar con la siguiente pregunta: ¿cuál vida es más valiosa, la de la mujer que va a abortar o la del bebé que no podrá nacer?

La respuesta es lógica: ambas vidas son igual de importantes y trascendentes, quizás algunos dirán que el ser en gestación tiene más derecho a existir porque la madre ya vivió varios años.

Viene esto a cuento porque a nuestro juicio no existe motivo algunos --sea económico, de salud o físico-- que justifique el aborto, vaya ni siquiera a las dos, cuatro o doce semanas de la gestación.

Un nuevo ser humano se concibe unas horas después de la relación sexual y por el derecho que tiene a la vida merece llegar a su nacimiento.

Con todo el respeto para las mujeres que abortan y para quienes apoyan esta acción, considero que cada quien debe decidir sobre su propio cuerpo siempre y cuando no afecte a terceros.

En otras palabras podemos agredir a nuestro organismo con drogas, alcohol o excesos de alimentos, incluso llegar al extremo del suicidio si así lo deseamos. Pero abortar un ser humano tiene otras implicaciones que merecen ser tratadas de una manera muy pero muy diferente.

Por ello la declaración de la Suprema Corte de Justicia de considerar inconstitucional la penalización del aborto en todo el país es válida solo desde el punto de vista de impedir que al sufrimiento de una mujer que aborte se añada la posibilidad de ser sancionada penalmente.

En ese sentido se justifica el fallo de la Corte, sin embargo deja pendiente de resolver si el aborto será considerado un acto negativo que atenta contra la vida o si caeremos en el extremo de los países desarrollados donde la práctica del aborto se convirtió en una industria muy próspera.

La mayoría de los mexicanos hemos defendido por convicción el derecho a la vida durante décadas, por ello no es fácil aceptar que de un día para otro -sin consultas ni plebiscitos-la Suprema Corte se abrogue el derecho de prohibir toda sanción contra las personas involucradas en un aborto.

Repetimos, estamos de acuerdo en no criminalizar a la mujer que aborta, pero no en dejar abierta la práctica de esta acción sin considerar su enorme trascendencia moral, ética y social.

Detrás del aborto existen intereses gigantescos que el mexicano medio no alcanza a vislumbrar. No pasará mucho tiempo para que proliferen las clínicas abortistas privadas además de la venta y promoción de aquellos artículos y parafernalia que vayan en contra de la concepción de la vida.

A los países poderosos les interesa un México acotado por una población restringida. Los países más poblados tienden a ser los más desarrollados, ejemplos: China, India, Rusia, Brasil y Estados Unidos que logró exitosamente crecer y poblar masivamente un rico territorio.

Por ello es ridículo pensar que México está sobrepoblado y debe limitar su crecimiento cuando tenemos un rico e inmenso país.

También resulta grotesco pensar en evitar los embarazos regalando anticonceptivos y condones en las escuelas como si nuestros hijos fueran vacas o cerdos. Esto sería tanto como promover que los menores de 14 ó16 años tengan relaciones sexuales sin límite al fin y al cabo no se van a embarazar.

Para evitar los abortos es menester una educación sexual con valores, donde se informe sobre la trascendencia de las relaciones en una pareja y sobre la importancia de planear entre los dos un embarazo.

Es muy importante además difundir y facilitar las adopciones en México, infinidad de matrimonios se beneficiarían al recibir un bebé que pudo haber sido abortado. Lamentablemente en nuestro país es más fácil abortar que concretar una adopción.

Deseamos finalmente que México no se convierta en una sociedad fría y despreciativa hacia el derecho a la vida como ya ocurrió en Europa y en Estados Unidos con la despenalización del aborto.

NOTICIA FINAL…

Este sábado once de septiembre se cumplen veinte años del atentado terrorista contra Estados Unidos que destruyó las torres gemelas y varios edificios más dejando un saldo de tres mil muertos. El ataque transformó al mundo de manera negativa al desatar nuevas guerras, odio racial y una psicosis por la inseguridad que se extendió por todo el mundo, casi como la pandemia del COVID-19.

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