Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

PARA PENSAR

FLOR A. VARGAS CORTÉS

Ha concluido Tokio 2020, tanto los Olímpicos como los Paralímpicos. La participación de México, generó expectativas en los aficionados, pues siempre se tiene la esperanza de hacer un buen papel. No es la única, pero sí una de las formas en las que nos sentimos orgullosos de ser mexicanos.

Más allá de que lograr una plaza para participar en los Juegos Olímpicos ya representa un logro para cualquier deportista, están los obstáculos para llegar, máxime que el deporte en nuestro país no es una de las grandes prioridades para el gobierno que, por décadas no ha desarrollado programas eficientes que fomenten la cultura física y, por ende, se carece de semilleros constantes que permitan el relevo generacional más naturalmente.

La atención al deporte se va diluyendo al pasar de nivel de gobierno federal al local, eso sin contar las diferentes prácticas poco éticas que, desafortunadamente, existen alrededor de los insipientes programas deportivos.

Si para los atletas sin dificultades físicas, tan solo la logística y lo económico es complejo, los atletas paralímpicos no tienen mejor suerte.

Así los 163 atletas olímpicos que participaron en Tokio 2020 lograron cuatro preseas de bronce, algo que no nos fue del todo agradable, pues cada olimpiada queremos ver un mejor desempeño de nuestros atletas.

Sin embargo, los atletas paralímpicos mexicanos tuvieron la mejor de sus presentaciones, logrando un total de 22 medallas: 7 de oro, 2 de plata y 13 de bronce, de un total de 59 participantes.

Es entonces que surgen preguntas acerca de lo que motiva a estos últimos deportistas a estar en el podio.

No sólo se trata del número absoluto de medallas, sino lo que proporcionalmente, en la población de nuestro país, representan.

Según el censo poblacional más reciente (INEGI 2020), en México hay poco más de 126 millones de habitantes, de los cuales 1,795,300 tienen algún tipo de discapacidad. Esto quiere decir que la eficiencia en el medallero es de una por cada 31 millones de habitantes para los atletas comunes, mientras que para los paralímpicos es de una medalla por cada 81 mil mexicanos con discapacidad. Casi un 383% más destacados estos últimos que los primeros.

Con más de 57 millones de población joven (menores de 35 años) el potencial de nuestro país para contar con no sólo 163 atletas en las olimpiadas es alto y, mejor aún, lograr una eficiencia tan alta o mayor que la de los 59 super atletas.

La fortaleza, física y mental, y la disciplina que deben tener para llegar a unas olimpiadas es muy alta, pero todavía más aún si se trata de un atleta paralímpico. Pareciera que dentro de las adversidades que enfrentan cada día han desarrollado eso que, a muchos de nosotros nos hace falta: pundonor. Esas son grandes aspiraciones. Enhorabuena.

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