La paremia que es tema de este espacio comienza con una curiosidad, con una paradoja si se le considera en relación con la vida de su autora, Sor Juana, ya que es bien sabido que su reclusión religiosa fue producto de su voluntad –un tanto promovida por su confesor, el obispo Manuel Antonio Núñez de Miranda– porque esperaba que la vida conventual le permitiría dedicarse a leer, estudiar, experimentar y escribir. Es decir, necesitó condiciones de vida propicias para sus propósitos y cuerdamente escogió el claustro religioso que se las prometía.
Los cuatro versos de esa sentencia los dice en la comedia Amor es más laberinto Teseo, prisionero del rey de Creta, mientras pasa el trance de ser entregado al minotauro para servirle de vianda. El rey ha preguntado sobre las hazañas por las que el príncipe de Atenas es famoso.
Entonces Teseo, con un interesante y largo monólogo, da respuesta y sus palabras discurren, entre otros, por los temas de la igualdad (“siendo todos los hombres / iguales, no hubiera medio / que pudiera introducir / la desigualdad que vemos”) y la libertad (“Porque pensar que por sí / los hombres se sometieron / a llevar ajeno yugo / y a sufrir extraño freno / si hay causas para pensarlo / no hay razón para creerlo”.
El tema de la igualdad La Americana Fénix lo llevó hasta las altas jerarquías religiosas y su razón llega hasta estos días de la igualdad de género; el de la libertad se puede localizar en varios lugares de su obra porque aunque ella decidió su reclusión, no podía dejar de pensar en la libertad, sobre todo cuando era reprimida o limitada. Por ello Sor Juana dice: “Vivir en un / voluntario cautiverio / ni el cuerdo lo necesita / ni quiere sufrirlo el necio”.
