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De safari sí... pero en Texas

Washington, (EFE).- Tras el incidente protagonizado por el vicepresidente de EU, Dick Cheney, la caza en Texas está de máxima actualidad, pero pocos saben que los ranchos texanos ofrecen safaris para matar animales exóticos, algunos en vías de extinción.

El Rancho Y.O., que proclama en su página web (www.yoranch.com) ser el equivalente de "Africa en Texas", acoge en sus 2 mil 400 hectáreas jirafas de siete metros, ciervos de China, antílopes de Africa y de la India y venados originales de las montañas de Córcega.

En sus instalaciones se crían especies amenazadas, como la gacela africana 'dama mohr', que no se ha visto en libertad desde finales de los 60, y es ahora un codiciado "trofeo" entre los cazadores, con un precio por pieza de unos 5 mil dólares.

Los propietarios de Y.O. defienden la caza de la 'dama mohr' y de otros animales prácticamente extinguidos como los antílopes 'oryx' y 'addax', y aseguran que la práctica garantiza la supervivencia de animales que es raro ya encontrar en Africa o la India.

Tanto el Rancho Y.O., como otros en los que se capturan especies amenazadas, sostienen que si los animales en cautiverio no se pudieran cazar, los propietarios no tendrían incentivos para criarlos y las especies acabarían por desaparecer.

El argumento parece haber convencido a los burócratas de Washington, que aprobaron a finales del año pasado una legislación que dio luz verde a la caza en ranchos de algunas especies en extinción, con la condición de que se entregue el 10 por ciento de los beneficios a proyectos para conservar especies protegidas.

Pero las organizaciones de defensa de los animales y algunos cazadores se echan las manos a la cabeza y reniegan de una lógica que apuesta por preservar a fuerza de matar.

Grupos ecologistas como The Humane Society apuntan, además, que en los espacios de caza acotados, como los ranchos, se han manipulado artificialmente las posibilidades en contra del animal, de forma que se viola el principio de "caza justa".

Barry Cox, un texano de 77 años y un apasionado de la caza, ha optado por una posición intermedia en este acalorado debate.

Cox dice desconfiar de muchos grupos ecologistas que, según él, "se dejan llevar por la emoción en lugar de por las pruebas científicas", pero este coronel retirado mira también con recelo a una industria en la que el principal móvil parece ser el dinero.

"La caza está muy comercializada. Es un gran negocio", dijo Cox a EFE, quien señala que por algunos ciervos de cola blanca, una especie original de Texas, se han llegado a pagar hasta 25 mil dólares. "Es ridículo", concluye Cox.

El ex coronel denuncia también el que los cazadores "de ahora" quieren tenerlo todo "muy fácil" y buscan simplemente hacerse con un trofeo para colgarlo en sus paredes.

Cox señala, por ejemplo, que algunos animales como el ciervo de cola blanca son muy mansos y que al optar por esas especies se olvida el espíritu deportivo de la caza.

Una grabación secreta realizada por miembros de la Humane Society muestra a animales tan mansos que ni siquiera escapan de sus verdugos y que incluso se les aproximan al creer, posiblemente, que los iban a alimentar.

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