La lactancia salva vidas
Desde 1990, todos los años se celebra la Semana de la Lactancia Materna durante los primeros días de agosto, con el objetivo de destacar su importancia y promoverla, ya que está comprobado que la lactancia es fundamental para la salud óptima y el bienestar tanto de las madres como los niños.
Los niños que son amamantados al seno materno tienen menor riesgo de sufrir enfermedades agudas y crónicas y mejores resultados cognitivos, lo que conlleva a mayores logros educativos y mayor potencial de ingresos en la vida adulta, en comparación con los niños que no son amamantados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, lo que incluye comenzar en la primera hora de vida. Y a partir de los seis meses iniciar la alimentación complementaria manteniendo la lactancia materna hasta los dos años o más.
Calostro alto en proteínas
Si más niños fueran amamantados en el mundo se podrían salvar las vidas de más de 820 mil niños menores de cinco años y podría prevenir 20 mil casos de cáncer de mama. Además, la investigación científica de vanguardia indica que la leche humana es un alimento, repleto de componentes que no se pueden encontrar en ningún otro lado, lo que contribuye a la conciencia creciente de que la lactancia materna ofrece una medicina personalizada ya que proporciona inmunidad específica según el entorno y cimienta los comienzos de una microbiota (microorganismo que habitan nuestro intestino y otras mucosas) saludable.
Estos efectos son cruciales para garantizar un buen arranque en esta etapa tan importante. La leche materna se adapta a las necesidades del bebé y el alimento ideal para su adecuado crecimiento y desarrollo.
El calostro, la leche de los primeros días, es un alimento rico en proteínas, minerales y vitaminas, contiene elementos (leucocitos y anticuerpos) que protegen al niño frente a infecciones y alergias.
Efecto laxante
Tiene efecto laxante, ayuda a expulsar el meconio y a prevenir la ictericia. Favorece el crecimiento, acelera la maduración del intestino y previene la alergia y la intolerancia a los alimentos. Es rico en vitamina A, previniendo algunos problemas oculares ocasionados por su deficiencia.
A partir de los seis días de vida la leche materna va aumentando el contenido en hierro y de grasa según va mamando el bebé. Durante los primeros siete a diez minutos el pecho produce una leche baja en calorías, con proteínas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales, anticuerpos, y vitamina D y agua en cantidad suficiente (por lo que el lactante no necesita tomar agua). Si el bebé sigue mamando del mismo pecho se produce una leche muy grasa, con alto contenido en calorías, rica en hierro y en vitaminas A y B. Con esta leche se logra que el desarrollo y el crecimiento del niño sean satisfactorios. La leche del final de la toma deja al bebé totalmente satisfecho, evita la sobrealimentación y reduce el riesgo de obesidad.