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Ineficiencia/ineficacia

Diálogo

YAMIL DARWICH

Dice el diccionario que ineficiencia es la incapacidad para realizar o cumplir adecuadamente -tiempo y forma- una función; de ineficacia: la 'incapacidad para producir el efecto deseado o para ir bien para determinada cosa -fallo-'.

Aprendí las definiciones durante mi vida laboral; otra fue: 'el que no da resultados, da explicaciones'. Es claro que el éxito de una actividad realizada se explica por sí mismo y los incumplidos pretenderán buscar maneras de transferir responsabilidades a personas, causas o efectos ajenos a su responsabilidad.

Transferir fracasos, encontrar culpables de los errores, diferir en plazos, distraer o simplemente engañar, son recursos de los malos empleados que, casi en su totalidad y con el paso del tiempo, son evidenciados y despedidos.

En el sector empresarial, ese ramo de la productividad que es sancionado y malignizado por la actual administración federal, haciendo tales evaluaciones de personas y productos, normalmente las resuelven con despidos o cancelación de programas. Es así como funciona el mundo posmoderno y ninguno de los negociantes se atrevería a ir contracorriente, ya que representaría su fracaso y quiebra económica.

Son realidades que los radicalizados tratan de ocultar, sabedores de que con idealismo de algunos pocos y el oportunismo de muchos, no cubren los requisitos de logro y éxito en la encomienda que han recibido: gobernar en México.

Para ellos, quedan recursos maniqueos y tratan a toda costa de enfrentar a las partes para crear división que les permita pasar por enmedio; ricos contra pobres, derechistas contra izquierdistas, neoliberales conservadores contra reformistas populistas. Fórmula ideal para romper la comunicación. ¿Es conveniente?

Somos un país mal educado en términos escolares; aún contamos con buena parte de analfabetas funcionales y un muy buen número de disfuncionales cibernéticos del posmodernismo. Nuestra realidad incluye, en la categorización de pobreza, a mucha población; sea en educación, alimento, vivienda, salud y hasta esparcimiento.

Somos mexicanos con particularidades que reconocen los extranjeros: la fácil disposición para la amistad, la bondad entregada por la fe -incluya lo religioso y político- y la solidaridad que nos califica como compartidos.

Buenos anfitriones, personas serviciales y atentas, creativos y otros calificativos positivos, son recibidos de quienes nos tratan y conocen. Claro que también tenemos muchos defectos de los que podremos dialogar en otra ocasión.

Traigo a colación tales particularidades de mexicano, para reflexionar, un poco más, lo que nos acontece. Somos manipulables por nuestra bonhomía y falta de educación cívico política.

Acaba de efectuarse una consulta que buscó ser popular para definir algo indefinible: hacer cumplir la ley; transfiriéndonos la responsabilidad inherente a la autoridad y descumplir con la función general básica: atendernos eficiente y eficazmente.

Con la mayor facilidad nos manipulan; algunos por su bondad irreflexiva, otros con ignorancia y algunos más aprovechándose para su conveniencia personal.

Los manipuladores saben que aquellos que pudieran reaccionar y protestar son controlables: por temor a perder su confort personal y familiar; la amenaza de aplicar del poder del estado -recordemos nuestro principal problema nacional: corrupción y casi todos 'tenemos cola que nos pisen'-; prebendas, comprando sin licitar o regalando dinero.

Así, nos mantenemos desgastando la vida nacional; pagando proyectos de propuestas ineficientes e ineficaces.

Reímos y hacemos rabietas cuando nos hablan de un tren que, hasta hora, sugiere pérdidas ecológicas, daño a construcciones prehispánicas, gasto -no inversión- de dineros que son requeridos urgentemente y desoyendo las inconformidades de indígenas que prevén el deterioro de su patrimonio. Luego, 'pasamos la página' sin comprometernos en acciones cívicas, legales y efectivas para lograr el cambio.

En tal ejemplo, se aplican los principios administrativos de ineficiencia e ineficacia improductiva, sin considerar la realidad nacional en términos económicos, políticos y sociales: continúa el intercambio con los grandes empresarios -"que salpiquen" decían los corruptos de antaño"- y ¿los comerciantes turísticos?, calculando beneficios al corto plazo. En tanto, los paralizados aspiracionistas clasemedieros, solamente quejándose en reuniones y cafeterías.

Podríamos aplicar la reflexión a: la salud, con la tercera ola de coronavirus minimizada, la falta de medicamentos y/o la desatención a equipos y servicios médicos; visión energética de añoranza, rechazando energías alternativas y no contaminantes -las eólicas 'afean el paisaje'- intentando reactivar el servicio energético de la nación con combustibles fósiles censurados y hasta prohibidos en el mundo actual, llegando al extremo de construir una refinería petrolera y comprar otra, con fierros viejos, del extranjero.

Ni que decir de las promesas de justicia social -ya tenemos otros diez millones de pobres; sin combate efectivo a la corrupción -no hay ningún politiquero del pasado juzgado y sentenciado-; sin combatir al narcotráfico - con abrazos y no balazos estamos por llegar a otros 100,000 muertos-; inseguridad pública; encarecimiento de combustibles y …. Usted agregue.

Le pregunto, evaluando conforme a las reglas de la productividad mundial: ¿apoya o despide?

No cabe duda: somos unos patrones pasalones.

¿Usted que piensa?

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