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Relatos y urnas

SERGIO AGUAYO

La 4T cumple tres años. Los conmemoro con un balance desde tres ángulos: los relatos de la transición, el peso de las urnas y el papel de periodistas y académicos.

Los relatos son clave en la historia humana. Las grandes transformaciones sociales siempre han utilizado relatos claros anclados en las aspiraciones de la sociedad. En el caso de México, la transición en curso inició en 1965 con el Movimiento de los Doctores y su relato se apoya en el deseo de cambiar a México con métodos pacíficos. Las metas fueron el combate a la corrupción, la desigualdad, el autoritarismo y la violencia. Esas ideas impregnaron el relato del Movimiento del 68 y de la reforma electoral de 1977. Lógicamente, la urna se convirtió en la principal aduana del cambio.

Nos llevó décadas acercarnos al ideal de elecciones limpias y confiables y en esas luchas jugaron un papel clave un buen número de periodistas y académicos. Estas colectividades tienen un poder etéreo e inasible pues validan o descalifican la solidez de los relatos que compiten en el ágora.

En el 2021 ya podemos presumir que las urnas dan certidumbre. Independientemente de las críticas al INE, es notable que haya habido tan pocos cuestionamientos a los resultados de las elecciones de 2018 y 2021. Se mantiene como aspiración el deseo de un México sin corrupción, desigualdad y violencia.

En esta larga historia insertemos a Andrés Manuel López Obrador, quien ajustó el relato de la transición. Para hacerla realidad, argumentó, se necesitaba un líder honesto, justo y comprometido con las mayorías. Él se presentó como la encarnación de esos atributos y la demostración fue el brutal acoso de una mafia del poder que armó un fraude gigantesco en las elecciones presidenciales de 2006.

Su relato triunfó en los comicios de 2018 pero tres años después es evidente su deterioro. Buena parte de las clases medias urbanas y educadas (herederas del 68) dejaron de ver a López Obrador como la imagen del cambio. Se le reconocen virtudes, pero también defectos. Cada vez más, se percibe como un presidente regañón, impulsivo e ineficiente. Y en esa redefinición han sido protagonistas los periodistas y los académicos.

¿Qué sigue? Muy pronto empezará la pelea por la revocación del mandato presidencial en 2022 al cual seguirán las batallas por las elecciones presidenciales de 2024. Ya veremos cómo ajustan MORENA y sus opositores sus respectivos relatos, en donde ocupará un capítulo aparte la evolución del divorcio entre el presidente y buena parte del periodismo y la academia.

He vivido la transición desde la sociedad y a partir de esta perspectiva sostengo la necesidad de revisar críticamente su relato. Es hipócrita la pretensión de los partidos de presentarse como los sujetos del cambio cuando no han estado a la altura de las exigencias. Si uno revisa la historia de las últimas décadas han tenido mayor protagonismo los actores sociales que entran y salen del escenario principal.

Quienes tomaron las armas en las décadas de los años sesenta y setenta impulsaron la primera gran reforma electoral en 1977; los familiares de los desaparecidos en la Guerra Sucia introdujeron en la agenda nacional la causa de los derechos humanos; los movimientos cívicos de los años ochenta y noventa legitimaron la vía electoral; la rebelión zapatista de 1994 fue determinante para visibilizar a las comunidades indígenas; las oleadas feministas transformaron las demandas de género; y hay un largo etcétera.

El protagonismo de los actores sociales bien podría ser la causa de la hostilidad del presidente, un convencido de que el principal sujeto del cambio son los partidos, en particular el suyo. Imposible anticipar cómo se van a posicionar los actores sociales en la batalla por la revocación del mandato de 2022 y en las elecciones de 2024. Lo más lógico es que sigan insistiendo machaconamente en aspiraciones que ya pintan canas: fin a la corrupción, a la desigualdad y a la violencia del Estado y de las bandas criminales.

Quienes creemos en la importancia de la participación ciudadana en la vida pública tenemos que empujar con más fuerza la tesis de que el principal (de ninguna manera el único) sujeto del cambio en México ha sido y es la genéricamente llamada sociedad civil.

@sergioaguayo

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Escrito en: Editorial Sergio Aguayo

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