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Muy costoso

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Es casi incomprensible el radicalismo que está tomando nuestro presidente. Luego de los comicios del pasado 6 de junio, donde su movimiento en realidad tuvo resultados muy favorables para su causa, aunque, claro, no fueron como cuando él triunfó 3 años atrás, incluso la entrada del verano favorecería un clima de distensión; Andrés Manuel López Obrador está en cambio polarizándose cada vez más y en muchas ocasiones con posiciones que denotan que comienza seriamente a perder un poco de cordura.

Particularmente en la posición que ha tomado contra la clase media, luego de que con los notables triunfos en Baja California Sur, Nayarit, Zacatecas, Campeche, Colima, Tlaxcala, Sonora y Sinaloa por parte de Morena, la ratificación de las victorias en Baja California , Michoacán y Guerrero (que haya impuesto a la hija de Félix Salgado Macedonio es razonablemente inadmisible, pero allá él y su capital político; y sobre todo, allá los guerrerenses que así lo han querido) y además asegurarse la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados, aunque perderá la mayoría calificada que hasta el 30 de agosto de este año ha disfrutado su partido, Morena, junto con sus aliados, Andrés Manuel López Obrador conserva el inmenso margen de maniobra con el que llegó a la presidencia en 1 de diciembre de 2018.

Sin embargo, la derrota en la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México, bastión histórico de la izquierda mexicana, lo ha afectado notablemente. La capital del país está compuesta por 16 alcaldías, las cuales eligen a sus respectivos alcaldes vía voto directo. Los capitalinos en esta ocasión decidieron dejarle a Morena solo la mitad de la ciudad en este nivel de gobierno. Lo más notable es que la metrópoli está dividida entre oriente y poniente en cuanto a nivel socioeconómico. Las clases populares predominan en el este de la ciudad mientras en el oeste el nivel económico es superior.

Es fácil deducir qué parte dejó a Morena y se fue con la oposición y qué parte permanece fiel al tabasqueño y los suyos.

Los clasemedieros del poniente que optaron por otra opción desataron el enojo del presidente, quien casi incomprensiblemente señala que existe un sector de la clase media execrable porque aspiran sencillamente a progresar en cuanto a incrementar su patrimonio o elevar su nivel de vida en lo material. Fue incluso más allá el primer mandatario con ese "sector" de la clase media al fustigarlos porque, como muchos de ellos han obtenido grados académicos amén de su esfuerzo, eso los lleva a estadios donde les impide voltear a ver a las clases menos favorecidas. Asegura que a este grupo poblacional solo le importa lo material y que no tendrá empacho en violar norma moral cualquiera con tal de conseguirlo.

El día de ayer un periódico capitalino, El Universal, publicó una pieza en la que señala que el Gobierno de la república espía periodistas críticos a su gobierno con el afán de amedrentarlos. Ante el cuestionamiento sobre el tema al presidente durante su mañanera, la respuesta era por demás previsible: todo aquel que ose no aprobar a ciegas todo lo que haga, todo lo que diga el presidente... Su tratamiento a la clase media de la Ciudad de México por no votar por los suyos o injuriar a periodistas o medios de comunicación porque lo critican revelan la falta de tolerancia y obcecación.

¿Qué nos queda cuando se tiene un presidente así? Pues apelar al Estado de derecho, a la defensa de las instituciones para que nuestro sistema político de pesos y contrapesos evite abusos de poder aunque estos quieran justificarse enarbolando una supuesta bandera de justicia social.

Nadie bien intencionado puede estar en contra de la lucha contra la corrupción que realiza el presidente. Me parece que nadie tampoco puede cuestionar la pensión que el Estado otorga a personas de la tercera edad, así como algunos programas de apoyo similares. Tampoco se puede soslayar la imperiosa necesidad de atender a los más pobres del país aun en detrimento de los intereses de los de arriba.

Sin embargo, eso no le da derecho al presidente a insultar, descalificar e intentar pasar por encima de la ley, o de las personas que no están de acuerdo con él. Ojalá siga adelante con la lucha contra la corrupción, continúe favoreciendo a los que menos tienen, pero no por ello siga polarizando, porque eso será muy costoso para el país.

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