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Fútbol

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YAMIL DARWICH

Confieso que sé poco de fútbol, sin embargo me gusta verlo por televisión, en casa y tranquilamente; se ha transformado en buena diversión de fin de semana, hasta abarcar días intermedios.

Siendo así, me entretienen los decires de los comentaristas de televisión, ocupándome sobremanera oír los auténticos gazapos -yerro que por ignorancia deja escapar quien escribe o habla- que cometen los merolicos, emocionados al hablar más rápido que pensar y/o simplemente violentar las reglas fundamentales del castellano.

De hecho, cuando tengo oportunidad, reto a mis acompañantes frente al televisor a descubrir quién y/o cómo se equivocan y frecuentemente nos distraemos descuidando el juego. Le recomiendo que practique con sus hijos/nietos: es "aprender jugando".

Cuando se trata de distraer sana o maliciosamente el fútbol es una herramienta ideal; recuerde lo que dice Noam Chomsky, en sus estrategias de la distracción para desviar la atención del público y que no atienda ni cuantifique las consecuencias de los problemas irresueltos.

Hay personas que disfrutamos del fútbol como lo que es: simple ejercicio de entretenimiento que tiene como fin último meter un gol en la portería contraria -en ocasiones algunos jugadores lo hacen en la propia: doloroso autogol.

Otros, entre ellos los que viven de la profesión de analizar y comentar, se mantienen atentos a estadísticas, situaciones del ambiente al interior de cada club, estado físico, y mental, hasta de relación entre los jugadores y otros detalles importantes, como la política de grupo, "grillas" e intereses. -Federación Mexicana de Fútbol y otros relacionados-

Esa manera de seguir al fútbol nacional me parece muy interesante y leo -sin descuidar lo verdaderamente importante- sobre dimes y diretes en los medios.

Especial interés me mantiene atento a los "jilguerillos deportivos", a quienes, escuchándolos y de ser posible observándoles su lenguaje corporal, dicen mucho más de lo que ellos quisieran manifestar.

Así, el deporte nacional -desplazó al beisbol que ahora recibe dineros gubernamentales a costas de vacunas, medicinas y otros recortes- se transforma en algo más que "ver correr la pelotita".

Le recuerdo que anteriormente le había contado mi aprendizaje, con la explicación de uno de mi amigo/maestro -ni modo, clasemediero fifí- cuando le pregunté las razones verdaderas del involucramiento de los EUA, en permanentes estados de guerra: "follow the money", me respondió. Desde entonces, lo aplico en preguntas que no muestran respuestas simples.

Tal es el caso del fútbol y reconocer en él la enorme fuerza que tiene como distractor en la gran mayoría de los humanos; no por nada, algún ocurrente lo definió como "él juego del hombre" y estadísticamente tiene razón.

Siguiendo el consejo del profesor, apliqué mis reflexiones al último espectáculo ofrecido con la liguilla mexicana de primera división y, entre todo, la gran expectativa que despertó el equipo local.

Me vinieron a la mente muchos interrogantes que aún los grandes conocedores no pueden responder.

Le comparto algunas dudas y le pido me las aclare, si acaso Usted conoce las respuestas:

Siendo cómo lo es, finalmente un negocio que se rige por las reglas básicas de administración:

¿Por qué un equipo con costos de operación muy por debajo de otros llamados "grandes" -Puebla- pudo superar a la gran mayoría?, ¿Qué decisiones tomaría un empresario con "tres dedos de frente" con los incosteables?, ¿Dónde quedó el beneficio de la inversión? Le advierto que no conozco negociante que regale su dinero, por muy apasionado que sea.

¿Por que abusaron del Santos?

De lo poco que entiendo y leyendo las reglas establecidas: perdió con un gol denominado "fuera de lugar" y… ¿Por qué el árbitro no quiso consultar con el VAR?; ¿Sería porque las revisiones desnudarían la maliciosa decisión de la jugada?

Si no fuera así: ¿Por qué se repitió el evidenciado error entre siete diferentes expertos que supervisan cada partido?... ¿Cabrá aquello de "seguirle la pista al dinero"?

Los críticos y comentaristas, salvo honrosas excepciones, pasaron por alto su grave responsabilidad de informar y solo mencionaron superficialmente tal jugada, luego utilizaron la distracción exaltando los efectos positivos del triunfo capitalino.

Cuando pienso en términos de venta: aficionados entusiasmados por regresar al estadio, camisetas del campeón, material consumible diverso, incluidas exagerada aplicación de horas de prensa escrita, radiofónica, televisiva o medios digitales, aparecen respuestas parciales, pero insuficientes.

Una duda más: sabiendo que vivimos en un país de graves problemas de corrupción, ¿En el deporte de paga también existe el fenómeno?

De cualquier manera, el resultado -costo-beneficio- del equipo local fue bueno, ahora estemos atentos a datos informativos del proceso de preparación de una nueva campaña: ¿Venderán jugadores caros?, ¿Mantendrán a algunos que exigirán aumento de su sueldo?, ¿seguirán transfiriendo refuerzos al Atlas?, ¿Respetarán su plan estratégico?

El equipo Santos es buena diversión para muchos aficionados, generador de dividendos, quizá de los pocos clubes sanos. Ojalá no lo "puenteen" más con su hermano.

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