Cultura

Alberto González Domene

El árbol que arropó a la cultura lagunera

Será el próximo martes 15 de junio cuando Alberto González Domene presente su libro El flamboyán lagunero

Autor. En su libro, Alberto González Domene ha plasmado memorias, datos, anécdotas y nombres de gestores culturales laguneros.

Autor. En su libro, Alberto González Domene ha plasmado memorias, datos, anécdotas y nombres de gestores culturales laguneros.

SAÚL RODRÍGUEZ

La fuerte ola de calor que ha afectado a la región en los últimos días parece menguar bajo la sombra de un flamboyán de tres troncos, a las afueras de un domicilio en la colonia San Isidro.     

Allí don Alberto González Domene abre las puertas de su hogar y conduce hasta su oficina repleta de libros, cuadros, reconocimientos y algunas esculturas. Al tono de una pieza clásica ejecutada por un clavecín y reproducida en su computadora, la voz de don Alberto surge para narrar los inicios del Centro Cultural de La Laguna a finales de los años sesenta, tema que sostiene la estructura de su libro El flamboyán lagunero.

RECORRIDO HISTÓRICO

Según don Alberto, en 1969 un grupo de jóvenes preocupados por la cultura y el desarrollo social de la región, fundaron la organización Centro Cultural de La Laguna sin ánimo de lucro.

"Nosotros éramos jóvenes y veíamos que la Comarca estaba sumida en un ostracismo tremendo porque no tenía medios de desarrollo cultural".

Entonces les nació una pregunta: ¿Qué podían hacer ellos por su comunidad? Algunos de los proyectos que pudieron fraguarse por esta organización fueron: Casa de la Cultura de Gómez Palacio (1973), Casa de la Cultura de Torreón (1973), Museo Regional de La Laguna (1976), así como el rescate y la restauración del Teatro Isauro Martínez y el ahora Teatro Alfonso Garibay (1979-1982).

Pero los proyectos no sólo se postraron sobre la mancha urbana, el Centro Cultural de La Laguna también trabajó en las rancherías y ejidos. Incluso abogó por la construcción de la carretera a Jimulco en los años setenta.

Don Alberto menciona que Centro Cultural de La Laguna enfrentó en su momento a las trabas que los gobiernos (sobre todo los estatales), solían imponer para evitar darle apoyo a los recintos culturales que estaban bajo su administración. Recuerda que un apoyo que sí se tuvo fue el del escritor Agustín Yáñez, quien fungió como secretario de Educación Pública en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz. El jalisciense fue pieza clave para la gestión de las casas de cultura en Gómez Palacio y Torreón.

"Estuvo aquí, lo citaron en el Hotel Río Nazas, hubo una gira y ahí nos preguntó y me tocó a mí hablar. '¿Qué problema tienen, muchachos?'. Teníamos un rotafolio donde le explicamos todo, de cómo estaba la Comarca abandonada. '¿Y qué es lo que quieren?'. Queríamos que nos hicieran una casa de cultura".

El gestor comenta que algunos funcionarios estatales de Saltillo no estuvieron de acuerdo, pues en ese momento ni la capital de Coahuila contaba con una Casa de Cultura. Pero la organización no paró en sus gestiones y logró que el Gobierno de Durango apoyara la construcción de la Casa de Cultura de Gómez Palacio, fue entonces cuando el Gobierno de Coahuila accedió a que se estableciera un recinto similar en suelo torreonense.

La primera Casa de la Cultura de Torreón, que se ubicaba en la avenida Morelos entre Treviño e Ildefonso Fuentes, llegó a contar hasta con dos mil 500 alumnos distribuidos en distintas expresiones artísticas como danza, música, pintura y literatura. Su primera directora fue la reconocida bailarina y maestra Magda Briones.

Posteriormente, la institución se trasladó en 1978 a un pequeño inmueble ubicado sobre el bulevar Constitución. Dos años antes se había fundado el Museo Regional de La Laguna en el Bosque Venustiano Carranza.

"Nadie perseguía afán de lucro, nadie. Todo era cuestión de ayudar a la comunidad".

Entre los más de 600 socios que llegó a tener esta organización cultural sobresalen nombres como la poeta Adela Ayala, el artista escénico Rogelio Luévano, el bailarín Benito Macías, la maestra Magda Briones, la bailarina Pilar Rioja, las gestoras Sonia Salum y Ernestina Gamboa, el poeta y periodista Emilio Herrera Muñoz, el literato Álvaro Rodríguez Villarreal, el músico Alejandro Vilalta, etcétera.

"Tres veces trataron de cancelar el proyecto cultural de la laguna. Quizá porque querían controlar y no permitían que la sociedad tuviera tanto movimiento, sobre todo cultural".

Don Alberto afirma que el eco del Centro Cultural de la Laguna, que duró 12 años en funciones, se mantiene en las universidades de la región, pues fueron ellas quienes adoptaron ese espíritu lagunero que aboga por la cultura.

"El espíritu lagunero que sentíamos entonces y que seguimos sintiendo es de amor por nuestra tierra, que fue lo que nos motivó: ver a la Comarca desolada e incomunicadada".

El nombre de El flamboyán lagunero refiere a una anécdota de don Alberto, cuando enfrentó una crisis económica personal. Aquel incidente lo llevó hasta a Apatzingán, en Michoacán, donde recogio unas bainas de flamboyán y las trajo a Torreón, donde plantó sus semillas afuera de su domicilió. Allí creció el flamboyán que renación en tres ocasiones: fue quemado por un transeúnte y después fue afectado por dos heladas. "Pues en esas ocasiones el árbol resucitó. Las mismas tres veces que quisieron matar a nuestro movimiento cultural, por eso el nombre".

El libro 'El flamboyán lagunero. Crónica de la fundación del Centro Cultural de La Laguna, 1970-1982', será presentado el próximo martes 15 de junio en las instalaciones del Archivo Municipal Eduardo Guerra.

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