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Día Mundial del Cuarto Ambiente

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

El próximo sábado 5 de Junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, instituido por Naciones Unidas en 1972, cuando se realizó la llamada Conferencia de Estocolmo donde los asistentes reflexionan sobre los problemas relacionados con el deterioro del ambiente, concluyendo que están asociados a los temas económicos y sociales en los diferentes países del orbe. A partir de esa fecha se empieza a incorporar en las agendas sobre el desarrollo aspectos que hasta ese momento se veían como tangenciales o secundarios, tales como la pérdida de biodiversidad, deforestación y desertificación, la lluvia ácida y el propio cambio climático.

En la siguiente década Naciones Unidas elabora el llamado Informe Brundtland o Informe sobre el Medio Ambiente, el cual constituye una reflexión sobre el estado del medio ambiente a nivel global y cobra importancia el concepto de desarrollo sostenible como nuevo paradigma que indica los límites o umbrales que la naturaleza presenta a las actividades humanas, las cuales deben ajustarse para mantener el equilibrio de los ecosistemas y asegurar la continuidad de la vida en el planeta.

Posteriormente, bajo los auspicios de este organismo internacional se han celebrado eventos que tienen efectos en las actividades económicas, en las legislaciones y políticas públicas y en la vida misma de la población, destacando la Cumbre de Río en 1992 donde se establecen compromisos entre las naciones de revertir el deterioro ambiental, tanto de los fenómenos globales como al interior de ellas. Antes de esa fecha se suscriben acuerdos como del Protocolo de Montreal (1987 para proteger la capa de ozono), en ese año Agenda 21 y el Convenio sobre Diversidad Biológica, o después como el Protocolo de Kyoto (1997-2005 para enfrentar el Cambio Climático), todos suscritos por México.

Sin embargo, estos esfuerzos han sido insuficientes para enfrentar los retos que implica revertir el deterioro ambiental, ya que es común entre los países que los suscriben lo hagan de manera declarativa, los cumplan parcialmente o tardíamente. Es desafortunado que los estados nacionales tarden en ajustar sus marcos normativos o que diseñen políticas públicas incorporando la sustentabilidad como paradigma que oriente su desarrollo económico-social, o solo simulan hacerlo manteniendo las actividades productivas que tienen un impacto negativo en el ambiente, como ocurre con aquellos que evaden su transición energética, descuidan la protección y conservación de sus ecosistemas naturales, realizan una gestión que afecta la integridad de las cuencas hidrológicas, por mencionar algunas.

Los grandes problemas ambientales también se expresan en los espacios o territorios nacionales, por lo que enfrentarlos y resolverlos no solo implica la intervención de los gobiernos y sociedades nacionales, también es importante que en los niveles locales se realicen esfuerzos orientados a promover el desarrollo por la senda de la sustentabilidad, esfuerzos que dependen cada vez más de la voluntad y participación de los gobiernos y los ciudadanos de las regiones, municipios o comunidades urbanas y rurales, para lo cual es necesario cambiar los modelos y mecanismos de gestión a este nivel, crear nuevos esquemas de gobernanza donde la mayoría de los actores locales se involucren en la toma de decisiones y evitar que estas se concentre en reducidas élites que velan más por sus intereses particulares que por el interés público de sus comunidades.

Al respecto, en la Comarca Lagunera resulta paradójico que este año para el Día Mundial del Medio Ambiente la ONU haya adoptado como lema la Restauración de Ecosistemas, y lo primero que hacemos es destruir uno de ellos, el del río Nazas, la última parte de este flujo superficial de agua donde aún encontramos un río vivo y un espacio protegido para la vida silvestre, el Parque Estatal Cañón de Fernández, donde se pretende construir la mega obra que potabilizará agua. No debemos soslayar como los laguneros nos comportamos a contracorriente de las principales tendencias mundiales del desarrollo sostenible, ya que en vez de recuperar nuestros ríos y acuíferos continuamos interviniéndolos, no para restaurarlos como indica el lema de este año, sino para destruirlos.

Al destruir este ecosistema ribereño estamos desdibujando uno de los principales símbolos que nos dan identidad, el río Nazas, al cual ya desecamos en su último tramo dentro de la parte baja de su cuenca, al que identificamos como lecho seco o río muerto.

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