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Kamala en México

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"Si abrimos una disputa entre pasado y presente, encontraremos que hemos perdido el futuro".— Winston Churchill

Tanto a nivel personal como en el discurso, Joe Biden ejemplifica refinamiento diplomático y político en toda la extensión de la palabra. Tras ser testigo de los exabruptos pendencieros y divisorios de Donald Trump, el mundo parece haber recobrado algo de cordura y apuesta por líderes que unifican y entienden la importancia del amor por las palabras y el cuidado con el que deben pronunciarse. Ojalá que en México, especialmente hacia 2024, también optemos por retomar la civilidad que precisa la esfera de lo público.

El estilo Biden, suave y discreto, no impide que el actual presidente de Estados Unidos mantenga opiniones firmes y bien documentadas sobre una amplia gama de temas. Recordemos que las agencias de inteligencia norteamericana a diario proveen al titular del Ejecutivo de información clasificada que facilita la toma de decisiones.

Desde sus tiempos como legislador y posteriormente en su calidad de integrante de la exitosa dupla Obama, Biden se ha pronunciado sin reservas sobre la relación bilateral con México, a quien considera un mal necesario. También, el paso de Joe Biden por la vicepresidencia, le permitió recorrer el mundo y conocerlo de primera mano.

Hacia 2008, el entonces senador por Delaware afirmó que entre las causas de la migración hacia el norte del Río Bravo estaban los bajos salarios. "Es uno de los países más ricos en el hemisferio y a causa de un sistema corrupto que existe en México, sólo el 1% de la población tiene riqueza, ahí hay una clase media muy pequeña y el resto vive en México", aseveró. Sobra decir que su diagnóstico es correcto y a la fecha, pese a las promesas de un López Obrador que habla mucho, pero logra poco, dicha situación empeora de manera exponencial.

Biden y López Obrador, aunque el segundo observa un conocimiento limitado sobre cómo funciona el mundo moderno y parece no interesarle comprenderlo, son políticos pragmáticos que entienden y dimensionan la importancia y complejidad que engloba la vecindad entre ambos países. Por ello, quizá, a la fecha ninguno de los dos ha estirado la liga ni enfrascado en una guerra de declaraciones que nos conducirían al abismo. En medio de una crisis de salud global sin precedente, la atención de la Casa Blanca está puesta en muchas partes.

Biden es lo suficientemente listo como para advertir que históricamente, muchos de los gobiernos en América Latina subsisten gracias a la proclividad de sus líderes por martirizarse y con o sin razón, culpar a Estados Unidos de todos los males que los aquejan. Probablemente, la renuencia de Biden a criticar a López Obrador y su gobierno, por lo menos en público, obedezca a evitar que el presidente de México, afecto a siempre culpar a otros de sus fracasos, invente enemigos imaginarios en Washington.

Kamala Harris viene a México transcurridas las elecciones, no así el probable cisma que se avecina si partimos del hecho que tanto el Gobierno como la clase política, ha reducido y simplificado dicha contienda a un pleito de vecindad entre dos clases de personas. Las intermedias de 2021 resultan los comicios más violentos de nuestra historia reciente.

Sonriente, carismática, ágil y brillante, práctica cuando se precisa, Kamala Harris no es una vicepresidenta de aparador. Fuerte crítica de Joe Biden durante el largo proceso de precampaña, si Harris aceptó la invitación del actual presidente a sumarse a la contienda, fue gracias a una negociación donde desde el principio se estableció que jugaría un rol preponderante y casi en igualdad de circunstancias. Al ser Biden un mandatario de transición dada su edad y el momento político en que asumió el poder, es lógico que Harris sea considerada como una de las cartas fuertes rumbo a la próxima elección. Hasta ahora, Kamala Harris no ha cometido equivocaciones visibles y su actuar puede considerarse como impecable.

La visita estará plagada de sonrisas para la foto. Cuando quiere, Andrés Manuel López Obrador puede ser tremendamente carismático y hasta encantar serpientes de ser necesario. Harris es igual de encantadora, pero al momento de informarle a su jefe inmediato del resultado de la reunión, mucho me temo que habrá de todo menos sonrisas. De entre lo que seguramente preocupa a los norteamericanos, es la profunda regresión que vive México en términos democráticos.

A López Obrador se le confirió un poder demencial e inusitado en las urnas. No contento con eso, ahora amaga con gobernar por decreto en caso de que los resultados no le favorezcan. A ello y otras cosas se enfrenta Kamala Harris en su visita.

Twitter @patoloquasto

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