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Cómo ganar la paz en el conflicto palestino israelí

JORGE ALVAREZ FUENTES

Difícilmente la frágil tregua alcanzada entre Israel y Hamás, después de 11 de días de ataques con cohetes y bombardeos en zonas civiles que provocaron más de 230 muertos, miles de heridos y otra devastadora ronda de destrucción en la asediada Franja de Gaza, así como el retorno del temor entre la población israelí, pondrá punto final a las asimétricas hostilidades que los han confrontado en tres ocasiones: en 2008-2009, en 2014 y, ahora, en 2021. Sin embargo, el cese al fuego quizás ofrezca una oportunidad crucial, un resquicio único para que Estados Unidos repare y haga funcionar su sistema de posicionamiento geopolítico en el Medio Oriente, para intentar un nuevo camino para un plan de paz, uno que hace décadas ha eludido, para su infortunio, a palestinos e israelíes. Luego de la desastrosa, ilegal y desequilibrada gestión de Donald Trump respecto del conflicto palestino israelí, será una difícil y ardua tarea para el gobierno demócrata estadounidense recuperar su condición única de "honest broker" en la que no debiera descartar ningún antecedente. El presidente Joe Biden sabe mejor que nadie que hay que caminar hacia la única solución existente, la de dos estados, convencido que para hacerlo deberán sentarse nuevas bases. Y, muy importante, que, para conseguir el éxito, una solución de fondo, durable, los esfuerzos no podrán apresurarse.

Antes de viajar a la región, el secretario de Estado Antony Blinken ha comenzado ya a hacer los necesarios deslindes en un campo minado, repleto de obstáculos en todos los temas, al señalar que la "solución de dos estados es la única manera de garantizar el futuro de Israel como un Estado judío democrático y [también] la única manera de dar a los palestinos un Estado al que tienen derecho". Si ese es el objetivo, entonces primero habrá que crear las condiciones que permitan a todas las partes implicarse en una vía significativa y positiva de conversaciones y negociaciones. Y para que ello ocurra, antes, deberá producirse un cambio positivo para lograr por una parte, ayudar a los palestinos a recuperar la esperanza de poder vivir con dignidad, y, que, por la otra, implica dejar de estar sujetos a los dictados belicistas de Netanyahu, a merced de la poderosa influencia del lobby judío, de las consabidas debilidades y corruptelas de Abbas o las agresiones de Hamás, instalados en socavar las posibilidades de alcanzar la paz, en dividir, y en prolongar el inaceptable statu quo.

Para comenzar a despejar tan compleja ecuación, Estados Unidos tendrá que colaborar a erradicar la convicción generalizada de que se trata de un conflicto imposible de resolver. En los hechos tendrá que recuperar el liderazgo que le corresponde y garantizar la seguridad de Israel, como lo ha hecho siempre, pero, al mismo tiempo deberá movilizar a la comunidad internacional y ejercer toda su capacidad de convencimiento y disuasión a fin de asegurar los derechos inalienables de los palestinos. Lo que en primera instancia debe traducirse en que fluya de inmediato la ayuda humanitaria para que llegue directamente a ambos territorios ocupados, pudiéndose reconstruir lo mucho que se ha perdido. Se trata pues de que israelíes y palestinos, por igual, puedan vivir con las mismas medidas de seguridad y de paz. Si para conseguir este giro fundamental, esto es, sentar bases de igualdad, ello implica desplegar una diplomacia callada, profesional y eficaz, cuanto mejor. El mundo lo reclama después de los desmanes de Trump. Pero no será una tarea fácil escuchar, dialogar, presionar, convencer y comprometer a todos, e incorporar las voces y las visiones de los moderados, de los liderazgos jóvenes, de los aliados europeos y árabes para favorecer nuevas formas de interlocución, de acuerdos, ni, mucho menos, superar el síndrome de una reducción, a ultranza, en el involucramiento estadounidense en los conflictos persistentes en la región, sin importar el precio, cuando vive su peor dislocación en una centuria.

Los temas torales están ahí y persistirán con toda su complejidad, empezando por la ocupación militar israelí y la ampliación ilegal de los asentamientos de colonos judíos que han venido a socavar cualquier posibilidad de retomar las negociaciones directas abandonadas hace años, nulificando la viabilidad misma de un Estado palestino, a pesar de ser medidas arbitrarias violatorias del derecho internacional. ¿Cómo avanzar y volver a acoplar los argumentos y posiciones en los foros multilaterales y lograr que EU y otros actores claves como Rusia, Francia y China actúen de manera responsable en concordancia con las exigencias de sus distintos intereses bilaterales? En el seno del partido demócrata ha surgido un debate sobre la relación con Israel, sobre el apoyo bipartidista a un Estado israelí militarizado que ha funcionado como un pilar para las relaciones de poder en la región, lo que pondrá sobre la mesa la asistencia militar estadounidense superior a los 3.8 mil millones de dólares anuales.

Está por supuesto la disputa por Jerusalén como capital de ambos estados, la militarización de la mezquita Al - Aqsa, el asedio sobre el Muro de los Lamentos y el Santo Sepulcro, sitios de culto fundamentales para musulmanes, judíos y cristianos, y las persistentes acciones de judaización que buscan alterar el carácter y composición demográfica de Jerusalén Oriental mediante la transferencia o expulsión de poblaciones palestinas, el decomiso y demolición de propiedades, los desalojos forzados que han hecho estallar por los aires su estatus especial a pesar de las resoluciones internacionales.

@JAlvarezFuentes

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Escrito en: Editorial Jorge Álvarez Fuentes

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