Reconocido. En 2015, el Ayuntamiento de Torreón lo reconoció como ciudadano destacado con la presea Magdalena Mondragón. (Jesús Galindo López)
Gerardo Moscoso, el médico que entregó su vida al teatro y la actuación, falleció ayer domingo en un hospital de Torreón. Nacido en Ciudad de México en 1945, fue hijo de migrantes españoles, de familia paterna franquista y materna republicana de origen gallego. Estudió en la Facultad de Medicina de la Facultad Compostelana en Santiago de Compostela (España) y escribió su vida artística al compás de esa vocación por la salud.
Moscoso fue un cúmulo de oficios: médico gineco-obstetra, actor, dramaturgo, cantante, director de teatro y cine (participó en más de 10 películas), profesor, productor, gestor cultural y activista en pro de los derechos de las personas portadoras de VIH, virus que por más de 20 años estuvo en su organismo luego de un accidente de quirófano.
Guardián durante muchos años del Teatro Salvador Novo, propagador de la poesía de León Felipe y crítico de la cultura local, el arte suponía para él una herramienta de transformación social, pues acentuaba que aquella sociedad renuente a transformarse está condenada a desaparecer.
La aventura de Moscoso en Coahuila comenzó en lo más profundo de sus raíces familiares; su padre tenía tierras algodoneras en La Laguna. El artista pasó su infancia entre ambos extremos del Atlántico. Luego se trasladó a Ciudad de México, donde estudió la escuela secundaria; allí conoció al maestro Pablo Salinas Pérez, quien lo acercó al teatro.
Tras estudiar la carrera de medicina en España, Moscoso fue perseguido por el régimen franquista, pues realizaba presentaciones clandestinas donde se atrevía a cantar en gallego. Huyó a Francia y a Suiza. Tras la muerte de Francisco Franco, regresó a suelo ibérico. Sin embargo, los restos de la dictadura aún eran fuertes y le dieron un ultimátum: tenía días para abandonar el país.
Fue así que volvió a cruzar el Atlántico y arribó a México con un profundo dolor en su orgullo. Lamentablemente, las trabas diplomáticas le impedían validar sus estudios y ejercer su profesión en el país. El panorama se tornaba oscuro, pero la oportunidad de trabajar como extra en cine le indicó el camino a seguir.
Entonces, llegó 1978 y fue llamado a participar como extra en la película El Patrullero 777, protagonizada por Mario Moreno 'Cantinflas'. Pero el ídolo del pueblo mexicano tuvo un accidente en la rodilla. Llamaron al doctor, pero este se encontraba borracho. Moscoso retomó sus conocimientos médicos y atendió a Cantinflas. Posteriormente consiguió trabajo como médico de rodaje.
Más tarde conoció al dramaturgo polaco Ludwick Margulles, quien se convirtió en su maestro para cambiarle la vida. Esta relación fue demasiado conflictiva, por lo que Moscoso decidió alejarse.
En 1998 volvió a Torreón, pues su madre se encontraba enferma. En ese momento se percató de la calidad de teatro que se hacía en la región y se dedicó a crear oportunidades para nuevos talentos. Así fue como fundó la compañía La Gaviota en San Pedro de las Colonias, cuyo objetivo fue, a través del teatro, alejar a los jóvenes de la drogadicción. La compañía tuvo tal éxito que participó en la Muestra Nacional de Teatro y también se presentó en España.
En 2013, el entonces Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) lo reconoció con la medalla Xavier Villaurrutia, por su destacada labor, trayectoria y contribución al crecimiento del teatro en Coahuila.
En 2015, el Ayuntamiento de Torreón lo reconoció como ciudadano destacado con la presea Magdalena Mondragón.
