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Adaptación y mitigación ante el cambio climático (III)

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Continuando con los artículos anteriores, vimos como la recuperación del bosque y el pastizal constituyen las principales medidas de mitigación para enfrentar el Cambio Climático en las partes alta y media de la cuenca. La conservación de estos ecosistemas es fundamental para continuar recibiendo los beneficios de los servicios ambientales que nos brindan estos ecosistemas: los servicios hidrológicos, nos proveen agua a quienes residimos en la parte baja árida de la cuenca, aunado a la captura del CO2 y generación de oxígeno

Otro ámbito en que se prevén impactos es en la biodiversidad. La temperatura está aumentando a una velocidad mayor que la capacidad de adaptación que tienen algunas especies de flora y fauna, por lo que aquellas que no logren realizar adaptaciones genéticas o migrar a otros ambientes cuando los propios se vean alterados por el Cambio Climático, van a ver reducida su distribución o pueden incluso extinguirse.

Los escenarios construidos por los expertos indican que las zonas áridas del norte de México sufrirán alteraciones importantes. El aumento en el C02 impactará el régimen y magnitud de la escorrentía, la humedad del suelo, la evaporación y el grado de aridez en algunas zonas hidrológicas del país, estimándose en dos modelos de predicción que para 2050 en la zona hidrológica donde nos ubicamos los laguneros, disminuirá la escorrentía anual por habitante en -50.1% y -69.6%, aunque un tercero predice se incrementará en 107.1%, existiendo la posibilidad de que aumentemos nuestra vulnerabilidad en agua disponible y de reserva.

Las urbes con mayor densidad demográfica, las zonas metropolitanas, se verán afectadas debido a que se ha sustituido el suelo natural por suelo artificial (pavimento y edificaciones), convirtiéndolas en islas de calor que exigirán mayor consumo de energía y se incrementará la demanda de agua. En uno de esos estudios se analizó el comportamiento de la temperatura en varias ciudades del país, considerando el mes más frío (enero) durante 1964-1993, observándose que ciudades como Chihuahua, Monterrey y Torreón presentaron un aumento promedio de dos a tres grados, por lo que de seguir esta tendencia debemos esperar continúe aumentando.

La economía también se verá afectada con el Cambio Climático. La agricultura será la actividad productiva que sufrirá fuertes impactos: la agricultura de temporal ya se está viendo afectada con la variabilidad climática, aunado a los aumentos en la temperatura y la disminución en la precipitación se están afectando los ciclos vegetativos de las plantas, mientras que en las zonas de riego existe la posibilidad de que se disponga de menores volúmenes de aguas superficiales y se presione mayormente los ya abatidos acuíferos; son los agricultores un sector que podría presentar mayor vulnerabilidad al verse afectados los rendimientos en los cultivos y las propias cosechas.

Si bien la industria es un sector menos sensible al Cambio Climático, no está exenta de verse afectada, dependiendo de su ubicación geográfica, tamaño de empresas, importancia económica, competencia por energía y agua o dependencia de recursos naturales sensibles al clima. Se estima que habrá zonas con mayor o menor vulnerabilidad, la zona metropolitana de La Laguna podría ubicarse en un nivel alto o medio-alto.

Tales predicciones científicas nos deben preocupar, no son simples ocurrencias, indican que debemos tomar las decisiones correctas sobre la forma en que estamos manejando los recursos naturales, en particular el agua y la energía, la economía y la vida doméstica. El Cambio Climático es un fenómeno global con diferentes expresiones locales en función de las particularidades de cada región, los impactos esperados están a la vuelta de la esquina y la capacidad de respuesta es limitada como gobierno y sociedad, por lo que ante un fenómeno de esta magnitud debemos prevenirnos en lo posible, es decir, adoptar las medidas de adaptación y mitigación necesarias para reducir los niveles de vulnerabilidad y aumentar nuestra capacidad de resiliencia como sociedad.

La recuperación del bosque y el pastizal, la menor afectación del matorral en las zonas áridas o incrementar la cubierta vegetal urbana, son medidas de mitigación que pueden favorecer la disponibilidad de agua y mejorar el clima. En La Laguna tenemos que prepararnos con un manejo apropiado de la agricultura, reducir las superficies de cultivos con mayor demanda de agua, como la alfalfa, mejorar la tecnificación de los sistemas de regadío y la infraestructura hidroagrícola, para aumentar la eficiencia en el manejo y uso de este recurso.

En las ciudades, donde se concentra la población, que entre más grandes más sensibles serán al Cambio Climático, debemos replantearnos la visión del desarrollo urbano, mejorar el manejo del agua urbana, la que destinamos al consumo doméstico y las aguas residuales en su captación y saneamiento para disponer de volúmenes adicionales que se puedan reusar en mantener una infraestructura urbana verde que sirva para aprovechar las torrenciales aguas pluviales y crear microclimas urbanos que reviertan el estrés hídrico derivado del aumento en la temperatura.

Así mismo, se debe garantizar no solo la demanda actual de agua para la industria, el comercio y los servicios, sino la futura, por constituir las principales fuentes de empleo y contribución al PIB. Las actividades económicas y domésticas en el presente requieren fuentes de agua seguras y reservas de agua futuras, y estas están en los acuíferos, por ello debemos recuperarlos.

Para los laguneros sería audaz y no imposible, recuperar nuestro río Nazas, en una primera etapa sobre el cauce que atraviesa la zona metropolitana, crearía otras condiciones ambientales y sería una medida pertinente de mitigación para amortiguar los impactos del cambio Climático en el área metropolitana. Pero, sobre todo, debemos cambiar nuestra cultura ambiental, nuestro paradigma o visión como habitantes del desierto, no suponer que vivir en este entorno implica conquistarlo, sino entenderlo y convivir con él, adaptarnos a los cambios que presente, como hoy aquellos que están fuera de nuestro alcance.

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