Cultura

Dichos de Sor Juana

A quien pretende el castigo castigo es no castigarle

SAÚL ROSALES

No deja de parecer enigmática la sentencia de Sor Juana que sirve de pretexto para redactar las siguientes líneas. Es inexplicable porque contiene actitudes psicológicas que recibieron etiqueta en tiempos muy posteriores a la época de La Americana Fénix. Puede decirse que se advierte en la sentencia citada masoquismo (implica a alguien que gusta de ser castigado) y sadismo (porque alguien disfrutaría negándose a dar el gusto del castigo a quien lo pide).

La aparentemente incomprensible sentencia aparece en el poema que lleva el número 387 en la clasificación del sorjuanista Alfonso Méndez Plancarte y sigue a la loa que antecede a la comedia Los empeños de una casa. Se identifica con su primer verso: “Divina Lysi permite”. Lysi es la virreina María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, condesa de Paredes.

El poema lleva la humildad hasta la humillación, hasta sacrificios extremos: “La pureza de tu altar / no es bien macular con sangre / que es mejor que arda en las venas / que no que las aras manche”. Otro ejemplo es el de sentir felicidad por un desaire: “¿qué más dicha que lograr / el merecerte un desaire?” Hay en el poema una entrega extrema considerada “una ofrenda humilde”. Todo ello apenas es entendible si se considera a la Décima Musa una mujer apasionada y si se piensa en que su método es la dialéctica, el de confrontar extremos opuestos. Sor Juana asume la pasión como asume la dialéctica.

La última cuarteta del poema es la que incluye la sentencia: “Seguro, en fin de la pena / obra el amor; porque sabe / que a quien pretende el castigo / castigo es no castigarle”. Así dice Sor Juana: “a quien pretende el castigo / castigo es no castigarle”.

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