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Gracias, presidente

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga".— Víctor Hugo

Lo que hace algún tiempo teníamos por imposible en el pensamiento hoy se ha hecho posible en la realidad. Tras años de ignominia y degradación de lo público, por fin vemos a un presidente a la altura de las circunstancias. Aunque dada su edad quizá terminará siendo un gobernante de transición, ello no limita su comprensión de los problemas que aquejan a distintas generaciones ni su visión a largo plazo.

Entre tantas malas noticias e infortunios, debemos sentirnos muy agradecidos por contar con un hombre adecuado para el momento y la enormidad de los retos. Sin duda, el mandatario recibió un país dividido y fragmentado como pocas veces en su historia reciente. Además, la pandemia no ha hecho sino profundizar todos los males que aquejan a una sociedad rota. Por ello, su llegada representa un bálsamo de paz y necesaria estabilidad cuando nos encontramos a merced de turbulencias e incertidumbre por doquier.

Al asumir el mandato constitucional conferido en las urnas, el presidente pronunció un discurso que busca sanar dichas heridas y convocar a la unidad nacional. La reconciliación no será tarea sencilla, es mucho lo que nos divide, pero él prometió, desde el principio, gobernar para todos sin tintes partidistas ni sesgos ideológicos. El presidente, consciente de las diferencias entre lo que implica ser candidato y ejercer la primera magistratura, sabe que los tiempos de campaña han terminado. Hoy trabaja pensando en los intereses supremos de la colectividad. No hay cabida para el insulto, la denostación ni ansias de quemar en la hoguera de lo público a quien piense distinto. Ante la disidencia, reina el respeto y triunfa la argumentación inteligente.

Sabedor del peso de las palabras y la responsabilidad que conlleva pronunciarlas desde tan importante púlpito, el presidente cuida que ninguna de sus expresiones lastimen al prójimo ni dividan a sectores que lo miran con recelo. Y es que ante el sentido de urgencia y un presente que apremia, no hay tiempo para la obsesión malsana ni para conducirse como eterno opositor que lloriquea y está en constante batalla contra molinos de viento y enemigos imaginarios. Culpar a otros y trasladar la responsabilidad a terceros es propio de gobernantes acomplejados, minúsculos y no corresponde a la dimensión de estadistas que los tiempos requieren ni a la conducta que un buen líder debe observar.

Por ello, en vez de victimizarse eternamente, culpar a sus opositores del desastre que le dejaron y agraviarlos cuando las cosas le salen mal, desde el primer minuto de su mandato, el presidente trazó una hoja de ruta que identifica lo urgente y apremiante. Desde entonces, la ha cumplido con eficacia, celeridad y sin pretextos. Las promesas de campaña se convierten en resultados y ejemplos de éxito.

¿Qué opina de su antecesor y el juicio que enfrenta?, preguntaron, curiosos, los periodistas que cubren las actividades del mandatario. Dichos reporteros, acostumbrados a prepararse y estar listos para formular cuestionamientos difíciles, no titubean ante un hombre tan poderoso. Aunque los índices de popularidad y el capital político que posee el presidente están por las nubes, la misión de cualquier buen periodista es la de llamarlo a cuentas cuando así se precise.

Mostrarse abyectos y temerosos, doblegarse para no incomodar al titular del poder Ejecutivo, sería como traicionar todos y cada uno de los principios de la profesión que representan. Además, la libertad de prensa, albergada y protegida por la Carta Magna, es un asunto pocas veces sometido a discusión.

La pregunta, formulada también por distintos medios de comunicación, fue recurrente en los primeros días de gobierno. De haber mordido el anzuelo y contestado, sus declaraciones habrían acaparado, por varios días, el ciclo noticioso. Hoy a casi nadie le atrae el tema de su antecesor, es cosa juzgada.

Él, ocupado en lo apremiante, cortó de tajo los cuestionamientos que le hacían. Revisitar el pasado y reescribirlo a conveniencia no es lo suyo. Además, hablar de su antecesor y referirse a los problemas legales que enfrenta habría supuesto invadir los terrenos y competencias de otro de los poderes de la Unión. El presidente, que entiende que el orden constitucional vigente debe respetarse a rajatabla... Él, que juró defender a la Constitución contra viento y marea, sabe que aún su poder debe observar ciertos límites y contrapesos necesarios para el buen funcionamiento de la democracia.

Los ciudadanos debemos estar agradecidos por contar con un mandatario que, desde el inicio de su administración, ha emprendido una serie de acciones que están resultando sumamente eficaces. Además de estímulos económicos y sociales para atenuar los devastadores efectos de la pandemia, Joe Biden es el mandatario que más mexicanos ha vacunado.

Por ello, gracias, presidente Joe Biden. ¿O acaso pensabas, querido lector, que me refería a alguien más?

Twitter @patoloquasto

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