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Señales de esperanza desde Israel

ÉDGAR SALINAS URIBE

Con el despliegue internacional de la vacunación anti COVID-19, Israel es, a la fecha, el país con la tasa más alta de personas vacunadas per cápita en el mundo, casi la mitad de su población ha recibido el esquema completo de vacunación y un porcentaje mayor al menos la primera dosis. Con la buena noticia que esto representa para sus habitantes, aquel país se convierte también en el caso de estudio más robusto respecto al impacto de la vacunación en las condiciones reales de un país más allá de los estudios clínicos controlados.

Recientemente un grupo de investigadores de los institutos Weizmann y del de Diabetes, Endocrinología y Metabolismo publicaron en la prestigiosa revista Nature Reviews un comentario respecto al impacto de la campaña de vacunación en Israel. Conocer los efectos del proceso de vacunación sobre el que el mundo entero finca sus esperanzas de recuperación del COVID-19 es fundamental, sobre todo porque se puede constituir en una orientación de qué sí funciona y qué se puede mejorar por parte de los países que, como México, se encuentran tristemente rezagados y aún lejos de cifras significativas de personas vacunadas en su territorio.

El título del texto sintetiza los impactos de un modo alentador para el anhelo generalizado ante la magnitud de la pandemia en el mundo: señales de esperanza. A partir del 20 de diciembre del 2020 Israel comenzó su campaña de vacunación con la vacuna BioNTech/Pfizer. Iniciaron la aplicación a personas con riesgos de COVID-19 severo, con mayores de sesenta años, residentes de asilos, empleados de la salud y personas con una base severa de comorbilidades. Posteriormente la campaña incluyó a mayores de 55 años y una semana después a mayores de 40 años. Tres días más tarde el nuevo grupo incluido en la priorización fueron los adolescentes (así lo dice el texto) de 16 a 18 años con la intención de habilitar el regreso a clases y de un modo ordenado presentar exámenes. A finales de enero se incluyó al grupo de mayores de 35 años y a partir del 4 de febrero, todas las personas de 16 años o más.

Los autores enuncian los factores que han permitido el éxito de la campaña hasta el momento: tamaño de la población y territorio, la disponibilidad de una cantidad relativamente grande de vacunas, esfuerzos extraordinarios, experiencia en respuestas rápidas a emergencias nacionales y un sistema de salud compacto de cuatro organismos de atención a la salud y la disponibilidad de enfermerías comunitarias. Entre los hallazgos está que las tasas de vacunación tienen una correlación con el estatus socioeconómico y que la tasa decrece entre jóvenes, quienes se muestran más reluctantes a ser vacunados.

Algo muy interesante para fortalecer cualquier campaña es conocer la efectividad en la vida real de las personas y el impacto en la población en conjunto. Es decir, una cosa es la efectividad de la vacuna en una persona y otra el impacto en el conjunto de la población. Esto último es fundamental porque el impacto global dependerá no solo de la efectividad de la vacuna como tal, sino de factores como la cobertura de vacunación, la distribución entre diversos segmentos y los efectos de la interacción entre diferentes grupos. Con la información que se tiene a la fecha la efectividad de las vacunas es consistente con los resultados en las investigaciones y ensayos previos.

Respecto a los impactos a nivel población, los autores reportan cambios en la dinámica de la pandemia, como el decrecimiento en casos y hospitalizaciones entre la población mayor de edad con la cual iniciaron la aplicación. Otro aspecto interesante que reportan es que, aunque la efectividad a nivel individual es notoria a partir de la segunda semana de la primera dosis, el impacto en el conjunto de la población comienza aproximadamente a las cuatro semanas de inicio de la campaña de vacunación.

En resumen, con una campaña de vacunación tan avanzada como la de Israel se tienen señales de esperanza. Sí funcionan las vacunas y sí funciona la vacunación. Los factores de éxito deben cumplirse disciplinadamente, no obstante, hay que tener paciencia para notar los resultados, como señalan los investigadores. Por mejor que sea el despliegue de la campaña, sus resultados a nivel población comienzan a ser notorios en un mes. Con ese ejemplo, México necesitará mucho más orden, capacidad ejecutiva y paciencia. Si las primeras dos fallan, la tercera no se tendrá, para mayor desgracia nuestra.

@EdgarSalinasUribe

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe

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