Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"Está usted muy guapa, comadrita". Eso le dijo el salaz y avieso tipo a su comadre. Lo peor del caso es que la requebró con tal piropo en los mismísimos momentos en que se estaban llevando a cabo las exequias del marido, que se fue al otro mundo a consecuencia de un empacho doble. "Gracias, compadre -respondió la viuda-. Y eso que el luto no me queda". El duque Sopanela no tiene lado bueno. A todo le encuentra algún defecto o tacha. La primera vez que con su esposa fue al mar exclamó ella, arrobada ante el grandioso espectáculo del piélago: "¡Qué hermoso es el océano!". "Lo sería -acotó el duque- si no tuviera tanta agua". Cierto día su amigo el marqués Ote lo invitó a la cacería de patos. Le dijo: "Tengo un maravilloso perro, un setter irlandés que cobra las piezas en forma única. Cuando lo veas trabajar te maravillarás". Fueron, en efecto, al lago. El marqués hizo un disparo con su escopeta belga y un pato cayó al agua. El perro fue a traerlo, pero lo hizo en modo extraordinario: caminando sobre el agua, igual que si lo hiciera en tierra firme. "¿Qué te parece mi perro?" -le preguntó, orgulloso, el marqués a su amigo. Replicó, displicente, el duque Sopanela: "Veo que no sabe nadar". En el salón de eventos nupciales anunció el maestro de ceremonias: "¡Ya llega la feliz pareja! ¡La novia y su mamá!". No sé nada de economía. Entiendo que lo mismo han de decir los economistas, así de abstrusa y complicada es la disciplina que profesan. Mis únicos conocimientos sobre la materia los obtuve del viejo texto de Charles Gide cuando cursé la asignatura en la entrañable Escuela de Leyes que fundó en Saltillo, mi ciudad, ese santo laico, don Francisco García Cárdenas, tan parecido en el ser y en el quehacer al maestro Jacques descrito en "Juvenilia" por Miguel Cané. Aunque nada sé de economía alcanzo a suponer que los fenómenos económicos están tan estrechamente ligados unos a otros que el aleteo de una mosca en Wall Street enfría una milmillonésima de grado el té que en su taza de porcelana está bebiendo un magnate de los negocios en Beijing. He recordado al vendedor de tacos que le aumentó el precio a su producto cuando subió el costo del azúcar. Le reclamé: "Sus tacos no llevan azúcar". Me contestó el taquero: "No, pero mi cafecito sí". Digo esto a propósito de la elevación en el precio de las gasolinas, que seguramente traerá consigo una catarata de aumentos en el pecio de prácticamente todos los productos, pues para transportarlos hace falta el combustible, y su carestía se reflejará en millares de carestías más. Eso provocará, claro, un aumento en el costo de la vida. Si me equivoco al decir esto ruego a alguna ama de casa que me corrija. Ellas son las mejores economistas. Babalucas le contó a un amigo: "Dulcibel estuvo anoche conmigo. Pasé por ella en mi coche, la invité a cenar en restorán de lujo y a bailar luego en un buen antro. Después, ya en mi departamento, abrí una botella de champaña, pues sé que le gusta mucho esa bebida, y puse la música que le agrada. De pronto ella me dijo: 'Vamos a la cama'". "Y fuiste, claro" -aseguró el amigo. "No -respondió Babalucas-. Ya había hecho por ella demasiadas cosas". Noche de bodas de Candidito y Susiflor. En el curso del acto connubial la novia mostró extremado arte y consumada ciencia que no habrían igualado la más diestra odalisca ni la más lasciva hurí. Al término del trance el feliz novio cayó de espaldas en el lecho, extenuado y ahíto de placer. "¡Caramba, Susiflor! -le dijo lleno de admiración a su flamante mujercita-. ¡Deberías dedicarte a esto profesionalmente!". FIN.

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