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Contradicciones

SERGIO AGUAYO

En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer afloraron las posturas que confrontan al presidente y a otros actores políticos con el movimiento feminista y las mujeres al interior de los partidos.

Terminaba la semana pasada cuando las feministas de MORENA hicieron público un video que reiteraba la petición y la aspiración de un desplegado previo en el que conminaron a Félix Salgado Macedonio a renunciar como candidato a la gubernatura de Guerrero y sostuvieron, esperanzadas, que "las mujeres y la cuarta transformación […] van unidas por ser progresistas". En suma, "no deben confrontarse".

El video exhibe la principal contradicción de las feministas de MORENA. Es revelador que ninguna mencionara al verdadero protagonista de esta historia: el presidente Andrés Manuel López Obrador quien, involucrándose activamente en las candidaturas de su partido, ha invocado -sin dar detalles- tenebrosas conspiraciones para defender la candidatura de Salgado Macedonio. ¿Por qué se empecina en sostenerlo?

Es evidente que el presidente ni entiende, ni se esfuerza por comprender al feminismo. Actitud común en los varones de una generación amamantada con la leche bronca del machismo ancestral; lo inaudito resulta ser su poca disposición a escuchar las razones de quienes, dentro de MORENA, fundamentan lo errado y anacrónico de que un partido comprometido con la transformación postule a un personaje impresentable.

Su cerrazón también se origina en la convicción de que el principal sujeto del cambio histórico es el partido, pensamiento que conduce, de manera natural, a su inquina contra la sociedad civil organizada: una señora que señala yerros, de manera poco educada, para recomendar políticas. Otra razón de la intransigencia presidencial estaría provocada por el choque de su popularidad con problemas cada vez menos manejables.

Hay ocasiones en que la historia se divierte haciendo trastadas a los gobernantes petulantes. Desde hace décadas se ha fortalecido y legitimado el movimiento feminista que, en el último bienio, creció por el aumento en las violencias dentro de México y por la rabia femenina que sacude de diferentes maneras el planeta. En nuestro país, la debilidad de los partidos abre la posibilidad de que se convierta en el nuevo sujeto de la transformación.

¿Tendrán los heterogéneos liderazgos del feminismo social la sensibilidad para calibrar su fuerza y, con esto, establecer entendimientos y alianzas que modifiquen la violencia hacia las mujeres? ¿Podrán impulsar políticas que conduzcan a la equidad y llevar el aliento renovador a otras esferas? Para ello, tendrían que llegar a acuerdos con las feministas de MORENA y otros partidos. Después de todo, el presidente es solo la pieza más visible del sistema patriarcal imperante en la vida pública y privada.

En la forja de la historia los símbolos importan y el feminismo ha logrado una importante victoria: la semana pasada, el gobierno de la 4T quiso evitar un problema levantando un muro de acero que terminó reflejando su incomprensión y condensando las enormes distancias entre gobernantes y una parte de la ciudadanía. La valla se transformó en un gigantesco memorial que reflejó la herida abierta de los feminicidios, y en una barrera superada por las monumentales proyecciones sobre la fachada de Palacio Nacional. El presidente perdió la partida. El 62 por ciento de la población (encuesta de SIMO para El País) desaprueba su postura hacia las mujeres. Se afianza la percepción de que López Obrador está dispuesto a pasar sobre las víctimas con tal de no perder un enclave político como Guerrero.

Mientras que las feministas de MORENA resuelven la convivencia con el contradictorio varón que controla ese partido y el movimiento feminista dirime agenda y liderazgo, los varones que ocupan posiciones de poder tienen que iniciar la deconstrucción del machismo estructural. Acompañar a las mujeres que luchan ya es insuficiente. Es momento de actuar y de hacer a un lado la complicidad silenciosa.

Las marchas de este 8 de marzo ponen de manifiesto que la solución no recae exclusivamente en el movimiento feminista: su mensaje nos atañe a todos, ignorarlo no hace sino agravar el daño a una sociedad profundamente herida por la violencia de género.

@sergioaguayo

Colaboraron Zyanya Almaguer y Sergio Huesca Villeda

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Escrito en: Editorial Sergio Aguayo

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