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Universidad secuestrada

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Las elecciones en la Universidad Autónoma de Coahuila de la semana pasada, en las que se reeligió como rector a Salvador Hernández Vélez, reafirman el control que sobre dicha casa de estudios, ejerce el PRI de los Moreira. Lo anterior contrasta con la trayectoria de la UAdeC, que como toda universidad pública de este país, el siglo pasado luchó por su autonomía, a fin de elegir a sus propias autoridades y diseñar sus propios estatutos y programas de estudio sin injerencias del poder político, en medio de la sorda represión del sistema de partido de estado, que a nivel nacional ejercía el poder hegemónico.

Los fines de la Universidad son la enseñanza, la investigación y la difusión de la cultura, por lo que resulta pertinente garantizar que el ejercicio de esa actividad encaminada a la búsqueda del bien, la verdad y la belleza, se realice en un ambiente de libertad, alejado en lo posible de las vicisitudes que derivan de la lucha por el poder. No quiere decir que la UAdeC y demás universidades públicas del país en otra época, hayan sido un paraíso de perfección; adolecían de grandes carencias humanas y materiales pero a no dudarlo, fueron un refugio en el que el debate de las ideas tuvo lugar en un momento en que en nuestra vida pública, no había otros espacios para ese propósito.

Los intentos por ejercer un control político e ideológico en las universidades es una constante, y a ello se debe la importancia que tuvo el movimiento emprendido por la brillante Generación de 1929 en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que enarbolando la bandera de Libertad de Cátedra, enfrentó al régimen de Emilio Portes Gil y al maximato callista; la lucha fue replicada en cada estado hasta que la autonomía universitaria fue elevada a Garantía Constitucional, en 1980. En Coahuila vivimos el movimiento de autonomía que inició en 1973 y culminó en 1975 con la aprobación de un estatuto autonómico, cuyo reconocimiento reafirmó los espacios de libertad sin embargo, los intentos del sistema por el control del pensamiento por parte del Gobierno, nunca cesaron.

A la caída del régimen de Partido de Estado con la reforma política de 1997 y la alternancia en el Poder Ejecutivo Federal, en la medida en que los vientos democráticos no soplaron en la misma forma ni con la misma intensidad en todo el país, en los Estados se generó una tendencia adversa a la transición. Los gobernadores priístas del momento hicieron esfuerzos por recrear el viejo sistema hegemónico de Partido de Estado a nivel local, como por desgracia ocurrió y sigue hasta el presente, en el Estado de Coahuila bajo el Moreirato.

La UAdeC está secuestrada en la red de corrupción que mantiene al PRI de los Moreira en el poder, y a ello se debe la quiebra económica y moral de dicha institución, en cuyo interior las elecciones son férreamente controladas por el grupo en el poder y se reprime toda candidatura independiente. El caso de Hernández Vélez es un descaro; se trata de un expresidente estatal del PRI de tiempos de Humberto Moreira, impuesto como elemento intruso al servicio de una causa política ajena a los fines de la Universidad, lo que es un ultraje contra la autonomía universitaria, que no tiene precedente ni en la UAdeC, ni en ninguna otra universidad pública de nuestro país.

En el seno de la UAdeC, el priísmo ha tejido una red de complicidades; algunas de las escuelas están entregadas a camarillas facciosas y clanes familiares vinculados al Moreirato, que saquean el patrimonio universitario a placer y se sostienen en base al tráfico de plazas laborales y de calificaciones aprobatorias, a cambio del apoyo a la política oficial. Sin embargo de lo anterior, en el almácigo burocrático de corrupción y mediocridad que el PRI de los Moreira ha hecho de la UAdeC, existen buenos profesores que honran su cátedra y alumnos que se esfuerzan y salen adelante gracias a lo cual, el ejercicio académico sobrevive como flor en el pantano.

Lo anterior explica que a pesar de tan adverso escenario y no obstante que el sistema hizo que Salvador Hernández Vélez se presentara sin oponente en esta última elección, fue repudiado por el treinta por ciento de los votos, emitidos por profesionales y alumnos que se opusieron a la reelección del candidato del PRI de los Moreira. Lo anterior enciende una luz al final del túnel, que bien puede alumbrar en el escenario electoral del año 2023, en aras de la alternancia que merece Coahuila en el Gobierno del Estado.

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