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ALEJANDRO TOVAR

Según los franceses, “un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y verdadera personalidad” y en esa medida quedó Gianni Infantino (51), líder de la FIFA, que dio a las damas árbitros de la final entre Tigres y Bayern el peso de culpa, cuando Hamed Bin Khalifa, las ignoró por completo en la premiación a Edna Alves, Neuza Inés Back y Mariana de Almeida.

“Pasaron de largo y no se dirigieron a todas las personas relevantes”, dijo el vocero. Uno entiende que es cuestión de cultura y religión (Islam) de Catar y que las mujeres fueron instruidas del caso pero se oculta al mundo, como si éste fuera solo de ignorantes, cuando en estos tiempos de supuesta apertura se debe dejar todo a la luz. La hipocresía y el negocio hacen una vida fingida.

¿Es esto síntoma de una era distinta, donde hay que fingir para vivir decentemente? Así parece. El domingo, dicen los regios que el aliado santista fue la tolvanera, ¿qué el terregal era solo para los rayados y respetaba a los locales? Lo que palpita es que cada vez se huye más de las responsabilidades y se da la culpa a la naturaleza. ¿Ella impidió que Hurtado fallara el empate, solo frente al arco en el minuto final? Y otra, ¿propició el error increíble de marca en el gol de Dória?

Es mentira que todo procede ahora mismo por suerte o casualidad, cuando el efecto del trabajo salta a la vista. Los rayados son un equipo con una alta nómina y jugadores famosos, con su DT internacional que nos divierte en la tv con su lenguaje vulgar, que se nota en las pantallas cuando le mienta la madre al árbitro y se queja de los yerros de sus jugadores, todos tan irregulares, frente a un grupo de muchachos sin fama pero que están sobrados de voluntad y orden táctico.

Con Lozano y Valdés (Ayrton no cuenta porque nunca ha jugado), sus extranjeros famosos, queda el turno de Ibargüen en baja forma física y Jeraldino, que se especializa en fallar oportunidades claras, una o dos por partido, el espigado Dória saca la bandera y Otero entra por las dos bandas, pero quienes hacen presencia son los chicos de casa, Omarcito Campos y Santiago René Muñoz, ambos con solo 18 años encima y que se ponen mano a mano contra los afamados.

La inteligencia cabecea bien cuando por la izquierda tiene a la fe y por la derecha a la imaginación, por lo tanto en esa búsqueda de encontrar jugadores jóvenes de valor, la gente sabe que también serán propios para ser comerciados, como muchos otros, como “parte del proceso y del proyecto”, según dice Mr. Elizalde en esas escasas pero aleccionadoras conversaciones.

Quizá lo más apreciable está en el cincelador de la obra, que es el técnico Guillermo Almada, que trabajando con lo poco que le dan y sacando lo que puede de los retazos que trajo Elizalde, pone a los muchachos, que tienen futuro. Su mérito es que no piensa en lo que no tiene, sino que razona en lo que puede realizar con lo que hay. Eso lo transforma en cotizado y deseado. 

Alejandro Tovar // [email protected] 

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