Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Logorreo, intelectual de oficio, llegó a su casa en horas en que no solía hacerlo y se topó con una visión perturbadora. He aquí que su mujer estaba refocilándose carnalmente con un tipo con el cual tenía bastante familiaridad, a juzgar por las expresiones con que se dirigía a él: “papasote”, “negro santo” y “cochototas”. Al ver aquel espectáculo tan poco edificante don Logorreo planteó una pregunta que cuadraba bien con su calidad de pensador: “¿Qué significa esto?”. Respondió el sujeto: “No lo sé, señor. Lo mío es la práctica, no la teoría”. El desesperado galán clamó ante su displicente dulcinea: “¡Si no me amas me arrojaré por la ventana para privarme de la vida!”. “No seas ridículo -respondió la muchacha-. Estamos en el primer piso. De la ventana al suelo hay sólo un metro”. Amenazó él: “¡Me arrojaré 15 veces seguidas!”. Tengo el gusto de presentarles a don Fifirulo, crítico sistemático de López Obrador. Nada de lo que hace AMLO le parece bien; lo considera el peor Presidente que México ha tenido desde don Guadalupe Victoria a nuestros días. Una mañana le pidió a un amigo que lo acompañara a una barbería a fin de hacerse afeitar. El barbero lo hizo sentar, lo enjabonó profusamente y procedió a llevar a cabo su labor. Parlero como todos los de su oficio el fígaro entabló conversación con su cliente. “¿Verdad, señor -le dijo-, que Andrés Manuel es un gran Presidente?”. “Así es, en efecto -admitió don Fifirulo-. Sólo se le pueden comparar Lázaro Cárdenas y don Benito Juárez, y eso haciéndoles favor”. “¿Y verdad -prosiguió el rapabarbas- que en los dos años de su gobierno AMLO ha puesto a México en lugar privilegiado en el concierto de las naciones?”. “Es cierto -reconoció don Fifirulo. Estamos a la altura de países como Suiza, Noruega o Dinamarca, y aún más arriba”. “¿Y verdad -declaró el barbero-, que las políticas de la 4T deberían ser imitadas en todo el mundo?”. “Si eso se hiciera -manifestó don Fifirulo- nuestro planeta sería un paraíso terrenal”. Al salir de la peluquería el amigo del señor le mostró su extrañeza. “Siempre te has expresado desfavorablemente de López Obrador, y con razón. ¿Por qué ahora aceptaste todo lo que decía ese barbero?”. Explicó don Fifirulo: “Porque yo tenía la razón, pero él tenía la navaja”. Para todos los mexicanos el año 2020 fue muy malo, pero para AMLO fue peor. El manejo que él y su gente hicieron de la pandemia se caracterizó por lo errático, y deficiente. Incluso hay quienes califican de criminal la manera como la 4T abordó desde el principio la emergencia, con criterios más de propaganda política que de salud pública. No es aventurado decir que muchas muertes se habrían evitado si el Presidente de la República hubiera puesto con oportunidad el ejemplo del uso del cubrebocas al pueblo bueno y sabio. Entre los peores yerros de López Obrador, no sólo de este año fatídico sino de todo su sexenio, estará la pésima forma en que su gobierno ha hecho frente a la epidemia, a base de ocultamientos y mentiras. Con el tiempo saldrán a la luz todas las omisiones e ineptitudes del régimen en este gravísimo problema, y se conocerán cabalmente sus trágicos efectos. El doctor Duerf, célebre analista, le dijo a su paciente, a quien había estado tratando durante siete años: “Creo haber dado al fin con la raíz de su problema, don Wormilio. No es que sufra usted un complejo de inferioridad. Lo que pasa es que es realmente inferior”. Babalucas le comentó, orgulloso, a un amigo: “Tengo una gallina que pone un huevo cada día”. Preguntó el otro: “¿Y eso qué tiene de extraordinario?”. Babalucas se exasperó: “¡A ver, ponlo tú, cabrón!”. FIN

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